Botellazos, puños y pistolas
Nacional fue un importante matador de toros que nació en 1897 y fue el primero en lidiar en la Plaza de Toros de Villena el 17 de agosto de 1924, durante su inauguración. La corrida se fue al traste por la poca clase y la escasísima fuerza de las reses que embarcó el ganadero don Esteban Hernández y Nacional murió años más tarde en una plaza de toros, pero no toreando en el ruedo, sino cuando se encontraba como espectador en el tendido, víctima del botellazo que le propinó un intolerante por una discusión política.
Matías Montero nació en 1913 y cuando comenzó la carrera de Medicina se afilió a la izquierdista Federación Universitaria Escolar -como otros muchos estudiantes- ingresando en el Sindicato Español Universitario cuando este se creó en 1933 con corte falangista y el estudiante tenía veinte años. Durante las pausas en el estudio Matías Montero participaba en la redacción y venta ambulante del semanario FE. Cuando faltaban pocos meses para la revolución de octubre de 1934 y mientras voceaba su prensa en plena calle, fue asesinado a traición por Francisco Tello Tortajada, militante de un partido que no viene a cuento porque podría ser injusto y para aligerar el peso del artículo. A partir de aquí comenzó el ojo por ojo.
José Bono es un político multifuncional que denunció haber sufrido una agresión por parte de unos ciudadanos durante una manifestación, lo que propició la detención de dos manifestantes, que fueron puestos en libertad inmediatamente. En mayo de 2006 los policías que realizaron las detenciones fueron condenados con penas de entre tres y cinco años de prisión, además de 10 años de inhabilitación con pérdida de empleo y sueldo, por detención ilegal, falsificación de documento público y coacciones. Esta sentencia fue anulada al año siguiente por el Tribunal Supremo debido a que aunque Bono no resultó agredido los manifestantes fueron legalmente detenidos al haber atentado contra el Ministro. Los tres policías fueron prejubilados y no se volvió a actuar contra los manifestantes.
Pedro Alberto Cruz es Consejero del Gobierno Regional de Murcia, posiblemente un enchufado, una calamidad de mandatario y un desastre como administrador. Cabe la posibilidad de que fuese un ladrón y presuntamente hasta un asesino. Quién sabe si debido a sospechas como ésta o algunas incluso peores dieron pie a que un par de terroristas callejeros lo siguieran hasta la puerta de su casa para propinarle allí mismo una paliza hace pocos días. Cuando la eficacia policial cierre el caso y ponga a todos los presuntos agresores a disposición judicial podremos comprobar si tiene lógica el hecho de sentir miedo al pensar que el enfoque de la fiscalía puede variar en función de quien gobierne el Estado.
De un botellazo a los puños y de ahí a las pistolas. El pasado puede asustar pero es un error obviarlo, mucho más en una España con fosas abiertas tras setenta años, de enfrentamientos separatistas, de crucifijos arrancados y ante la necesidad de intérpretes para el entendimiento entre los españoles.