El Volapié

Depende de quien lo diga

Uno puede decir que la Tierra es redonda porque es verdad. Pero como la realidad siempre tiene matices, siempre habrá alguien -agazapado cual indio detrás de una mata- dispuesto a replicar anónimamente en un foro: “Mientes, porque está achatada por los polos. Además, tu afirmación está llena de odio. Torturador, asesino.”
Evidentemente, cuando la frase del comienzo de la columna la pronuncie un acólito, las réplicas serán: “Cuánta razón tienes, ya era hora que alguien hablase claro, quiero pedir disculpas por el tiempo en que estuve equivocado y suerte que tengo columna vertebral, porque si no…”

El hecho de tener la posibilidad de expresarse regularmente desde una columna como la mía en un periódico como este –del que podemos sentirnos orgullosos redactores y lectores–, permite disponer permanentemente de una válvula de escape a través de la cual se relatan los desvelos, las frustraciones, los éxitos, las alegrías y los sueños. Otras veces sirve para que uno repare en lo importante que resulta el rodaje de escribir de modo continuado aunque el resultado sea irrelevante. También tiene un componente lúdico notable y en ocasiones me sirve para jugar, para divertirme, para tratar de sentir el diálogo con los lectores. Por un lado, la legión de media docena de detractores -dado el perfil específico del lector digital villenense- y también la otra media docena de peatones que me comentan cosas por la calle, en persona, porque cara a cara resulta más sencillo intentar agradar que insultar.

Ambos lances entran en el sueldo porque los oficios tienen gajes y todo el feedback que me aportan los partidarios y los “odiadores” es de agradecer. En realidad, no hay que tomarse a pecho ni a los unos ni a los otros aunque sí tenerlos en consideración.

Este pretendido diálogo con los lectores, decía y prosigo, puede dar mucho juego si se tira bien del hilico. Por ejemplo. A estas alturas resulta obvio que en Villena el imaginario colectivo que podríamos formar los aficionados a la Tauromaquia no existe ni siquiera para componer una mínima base social. Las meras sospechas se han ido confirmando con los datos y el escaso respaldo que han tenido un par de iniciativas relacionadas de soslayo. Por tanto, es muy lógico que tampoco exista una opinión pública sonora favorable a la defensa de los toros.

Igualmente, queda de manifiesto que quienes están luchando activamente por la prohibición de las corridas de toros –la tauromaquia es un concepto mucho más amplio y no se puede abolir– también se encuentran en minoría social, aunque no se les puede negar una buena organización y mejor sentido de su compromiso causal.

Para el resto de la sociedad villenense, lo que toca es padecer que en Villena toros sea equivalente a conflicto, conflicto es igual a río revuelto, río revuelto igual a ganancia de pescadores y esto último se parece mucho a una tomadura de pelo politizada.

Soy escritor por cobardía, lo que quería realmente es ser torero. Obviamente, la frase no es mía.

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