Fuego de virutas

Bravo por la música

Entre los motivos por los que aprecio mi destino en el Instituto Miguel Hernández de Bigastro, en la Vega Baja, a cinco kilómetros de Orihuela, destacaría el de contar con un alumnado educado y sensible para la música. Son muchos los alumnos, son muchas las alumnas, que tocan algún instrumento y participan en la banda de música de la población. Bigastro es cuna de destacados músicos. Citemos, por ejemplo, a D. Francisco Grau Vegara, conocido entre villenenses, Director Titular de la Unidad de la Guardia Real y Director de la Academia Militar de Música entre otros cargos de mérito.

Pasando los cursos, vivimos con satisfacción las experiencias de exalumnos y exalumnas que apostando por la música en niveles superiores sobresalen en orquestas y conjuntos. En España, en el extranjero. Nuestra querencia por la música nos los convierte en admirables. Por cierto, alguno de estos alumnos participaron con éxito en alguna edición del Concurso de Jóvenes Intérpretes Ruperto Chapí que, caprichos de la crisis que afecta a unas cosas sí y a otras cosas no, no ha celebrado este año su vigésima cuarta edición para quebranto de la memoria del ilustre músico villenense.

Volviendo al instituto, este año las circunstancias han conformado un grupo en el que la mitad de los alumnos toca algún instrumento. Algunos con especial destreza y sensibilidad, lo que ya les ha reportado premios importantes. La mayoría de estos jóvenes intérpretes participan con la Sociedad Unión Musical de Bigastro, banda dirigida con entusiasmo por D. Tomás Rodríguez Gómez, banda con la que he tenido el honor de colaborar en tres ocasiones interpretando como narrador la obra, fantasía para narrador y banda, "El Quijote", del compositor valenciano Ferrer Ferran. Colaboración que he vivido como privilegio al disfrutar de la experiencia de relatar arropado por una agrupación que suena muy bien. La partitura de Ferrer es buena, no tanto la selección de fragmentos del Quijote, revisable desde nuestro humilde entender. Si bien, en muchos pasajes, la música suple con tino descriptivo las palabras de la asombrosa aventura.

Nuestros alumnos, además de tocar en la banda local, también tocan en la banda que mi compañero, profesor de Música, Manuel Beltrán García, formó en el año 2004 en el Instituto y que desde entonces desarrolla una labor muy atractiva, convirtiendo este proyecto y sus experiencias en fundamento de actividades académicas y extraacadémicas del propio instituto. Un instituto en el que a toda hora suena música: Ensayos en los recreos, alumnos que aprovechan sus horas libres practicando...

El Departamento de Ciencias Sociales está al lado del aula de música. En mis horas no lectivas pero de permanencia en el centro suelo encerrarme allí para preparar alguna clase o corregir ejercicios y exámenes. Resulta una delicia escuchar la música que llega. Esta semana, además, con motivo de Santa Cecilia, se ha formado un grupo de músicos itinerante que previa solicitud de los profesores ha interrumpido unos diez o quince minutos alguna clase para interpretar una composición. Y es curioso observar cómo un alumno o una alumna con quien peleas por asentar geografías e historias crece en madurez convertido, convertida, en intérprete. También cómo los compañeros y las compañeras de distintos niveles académicos aprecian la maestría y gusto musicales de aquellos con quienes en el día a día comparten pupitres, patio, sacapuntas, tedios, ilusiones... Además de estas breves actuaciones itinerantes, esta semana, como el curso pasado, la banda del Instituto, dirigida también por el profesor Mariano Ferriz Sanjuán, ha viajado hasta Molina de Segura para ofrecer un concierto didáctico en el Colegio Maestro Francisco Martínez Bernal. Bravo por la música, bravo por los músicos.

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