Apaga y vámonos

Calla y paga, pringao

Estaremos de acuerdo en que pagar impuestos es una de las cosas más desagradables que nos podemos echar a la cara, máxime cuando vemos, desde nuestra óptica de currantes, funcionarios o autónomos-esclavos, cómo nos retienen más a nosotros por nuestras ridículas nóminas que a estrellas del fútbol o a los altos directivos de la banca, expertos en paraísos fiscales, evasión de capitales y opacas sociedades de inversión.
A pesar de todo, y conscientes de nuestra responsabilidad para con el común, cumplimos como señores: pagamos IVA, Sociedades, Retenciones, IRPF… y lo que haga falta, hasta la tasa por el tratamiento de unas basuras que no se tratan, sino que se entierran tal cual llegan al vertedero, y así huele la Muy Noble, Leal y Fidelísima, o el IBI, ese impuesto gracias al cual funciona en gran medida nuestro Muy Ilustre, ahora que el asuntillo de las licencias y las obras está de capa caída, llegándose a dar una curiosa circunstancia, como la de esos edificios que no han llegado a terminarse, la constructora ha hecho bluf y ahí están los vecinos, viviendo como pueden, y en algunos casos valiéndose de luz y agua de obra porque el ayuntamiento no concede la Licencia de Primera Ocupación que permita contratar dichos servicios básicos como Dios manda. Y además, apaleados, porque resulta que el mismo ayuntamiento que les deniega la licencia les quiere ahora cobrar el IBI, es decir, que la vivienda no vale para tener los permisos correspondientes pero sí para pagar impuestos, chúpate ésa.

Otro impuesto gracioso es el de Circulación, que nos cobran a todos los conductores a cambio de poder utilizar calles y carreteras en buen estado, como las de Villena; bien señalizadas, como las de Villena; sin socavones ni grietas, como las de Villena… Se trata, además, de un impuesto anual, es decir, que en teoría nos da derecho a usar esas vías todo el año, aunque la realidad viene a decir que nos las cortan cada dos por tres sin devolvernos o descontarnos la parte proporcional.

Este fin de semana, por ejemplo, y como vamos tan sobrados de aparcamiento, vamos a cargarnos las 25 ó 30 plazas de Santiago porque hay un certamen de bandas, que además nos inutilizará la Corredera un buen rato para que desfilen bien anchos los músicos, después de que el fin de semana pasado sufriéramos tres cuartos de lo mismo a causa de la celebración del Corpus Christi, esa festividad que un colectivo determinado se ha empeñado en que suframos el resto, ateos incluidos, a base de cortarnos las calles y darnos por saco con el repicar de sus campanas y sus bandas de cornetas y tambores.

Y así pasamos nuestros tristes días, señora. Molestados por maleducados que no respetan al resto, pagando impuestos hasta por respirar y recibiendo cada vez menos a cambio, matándonos a trabajar para cubrir lo que otros evaden y en manos de unas administraciones que nos ven como huchas, no como ciudadanos, y sólo se acuerdan de nosotros para vaciarnos los bolsillos. ¡Hay que joderse!

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