Cantero
Tendría tres o cuatro años cuando me hiciste llorar. No sé. Son de esas cosas que a uno por vivirlas de muy pequeño y con mucha congoja se le quedan para toda la vida en la memoria y de vez en cuando, pasado el tiempo, se reeditan ya con simpatía. Fue en la terraza de mi casa en el Paseo. ¿En verano o camino del verano?... Podría ser cuando estrenamos el piso o algún año más tarde. ¡Qué esquivo resulta lo preciso en la evocación! ¡Qué fuerza la esencia! Entonces, me hiciste llorar con alguna broma de esas que los mayores gastan a los niños. Una mirada fija o una voz rápida por sorpresa. ¿Una voz como un susto?... Me hiciste llorar y... Me veo reclamando consuelo a mi madre. Ahora, Juan Cantero López, me has hecho llorar porque te has ido. Calladamente. Y busco consuelo, al recordarte, en la mucha suerte de haberte conocido.
Reviso mi biblioteca, en parte heredada de la de mis padres y... Hay más de una larga leja ocupada por muchos libritos de la editorial Zyx o Zero-Zyx, principalmente de la colección "Lee y discute". La mayoría de estos libros entraron en mi casa de tu mano. Otros me los regaló el profesor José Ángel Silva Pepe Silva consciente de que les daría cobijo. Ahí los tengo conservándolos como joya de un periodo en los que hombres como tú construíais los cimientos de una España que quería ser... No lo que era. No sé si también por alguna caja en el trastero quedarán ejemplares de "Noticias Obreras", la revista de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) que en aquellos años también vino a casa, siendo compañero de mi padre en el Banco Hispano-Americano, por ti. Precisamente, de la admiración de mi padre hacia tu persona, nació mi admiración a tu persona. De su aprecio hacia ti, mi aprecio. De su amistad, la mía.
Por esa visión infantil que tenemos de la Historia queremos ver las cosas como sucesivas y ordenadas en el tiempo. Una detrás de la otra. Sin solapamientos. Así se nos olvida la labor de cimentación que seres humanos hacen en el pasado. Por ejemplo, la Transición, por gente como vosotros, fue mucho antes de que muriera Franco. Y la Transición, por gente como vosotros, fue lo que pudo ser por lo que fuisteis vosotros. Cimiento de tolerancias y de diálogos. Primeras piedras labradas a golpes manuales de cincel obrero. No sin riesgos de romperse. Por eso me duele que en algunos libros, olvidándose de vosotros, sólo se atribuyan los méritos a los gerifaltes. Haciéndoos sisa de la Historia. A vosotros que trenzasteis las mimbres para lo que tenía necesariamente que venir, que nos enseñasteis la política como servicio público. Porque lo vuestro ha sido devoción hacia lo público, reverencia a lo común, un común necesitado de cambios solidarios. Desde una entrega que contrasta con los egoísmos que ahora corrompen la Política.
Y en esos cimientos que decimos, fundamental, la cultura. Propiciasteis mucha formación intelectual. Mucha. Ahí quedan los testimonios ya historiados en algunas páginas del movimiento obrero de aquel "Club de Amigos de la Cultura" de la calle Elda. Herederos de los Regeneracionistas eternos de la eterna necesitada España sabíais pendiente que no sólo se trataba de llenar la despensa en una España en la que empezaban a llenarla el desarrollismo, el turismo, la emigración... Despensa y Escuela. Pan y libros. Estómago e intelecto.
Mientras te recuerdo, repaso algunos títulos y autores de los libritos que decía, aquellos que os formaron y... Ahora entiendo por qué nos duele tanto perderos. Tanto.