Opinión

Carnaval, te quiero

Por si no lo saben estamos en Carnaval, que seguramente en la antigüedad era una fiesta pagana que fue asimilada por la Iglesia Católica aprovechando su popularidad para ganarse la simpatía del vulgo. Probablemente fuera una celebración de tradición popular que primero sería prohibida por su aproximación al desmadre, y después, ante la imposibilidad de luchar contra ella, la Iglesia la hizo suya sumándola a la lista de fiestas religiosas de origen pagano. Por aquel entonces, en las llamadas “carnestolendas” se celebraban mascaradas rituales paganas que suponían un paréntesis en la dura abstinencia de la Cuaresma: el anonimato que da una máscara despertaba los instintos naturales del ser humano.
Por mucho que digan confeccionar un disfraz no es tarea fácil, como por ejemplo, el de vaquero: quién no tiene un revolver en casa y un sombrero tejano, todo el mundo tiene unos pantalones y una chaqueta vaquera, ¿o ya no? Hay un tipo de disfraz que es el que nada más verlo sabes que ha sido improvisado: son los que de una manera sencilla, tan sencilla que puede llegar a ser cutre, han sido elaborados con lo primero que pillas en casa. Algunos hombres tienen una especie de obsesión por disfrazarse de mujer en ocasiones como ésta, lo que no sabemos es si también lo hacen en la intimidad. Si tienes un traje de Nazareno te puedes disfrazar de miembro del ku klux clan, o con alguna de las prendas que conforman los trajes de moros y cristianos también se podría uno disfrazar de muchas cosas. Algunos miembros de varias comparsas moras de nuestra ciudad van a ir “disfrazados” a Madrid y no para el desfile de Carnaval, sino para Fitur.

Otros trajes sencillos son los de profesiones: con una bata vas de médico, dicen que cualquiera puede tener una, o un mono y un casco para ir de obrero de la construcción, o un mono y un zurrón para ir de Marco, con una escoba de barrendero y un chaleco reflectante. Pero si lo que quieres es no ser reconocido sin demasiadas complicaciones lo mejor son las máscaras, que no es que cuesten mucho dinero. Las hay de muchos tipos; ahora se estilan mucho las de personas famosas, como políticos, deportistas y demás de esas que se imprime uno mismo, aunque siempre se puede recurrir a la máscara por excelencia en los obsesivos Estados Unidos de América, la máscara de gas, aunque supongo que no será muy cómoda. Y es que el atractivo original del carnaval era que por un día ricos y pobres se mezclaban durante el carnaval sin reconocerse.

El entierro de la sardina también es una celebración típica de los Carnavales, se trata de un ritual que simboliza el entierro del pasado, supone el punto y final a las celebraciones y la vuelta a la Cuaresma para aquellos que la practican.

Además de los famosos carnavales de Cádiz, y Canarias también, y los de Río de Janeiro, y el de Venecia, hay repartidos por todo el mundo muchos otros ejemplos de carnavales de gran tradición que se remontan a tiempos inmemoriales, y es que el ser humano siempre ha usado los disfraces en sus rituales; será que el hombre se disfraza por naturaleza, por algún instinto natural. En nuestra ciudad tal vez el Carnaval está eclipsado por las Fiestas de Moros y Cristianos. Carnaval es sinónimo de música, color, alegría, fantasía y desenfreno, cuando eres niño es el momento de salir a la calle convertido, por medio de un disfraz, en ese personaje que siempre hemos deseado ser. La semana que viene pareceremos distintos pero seguiremos siendo los mismos.

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