Editorial

Combatir esta lacra es tarea de todos

El domingo, 25 de noviembre, se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra la Violencia de Género. El origen de esta fecha se remonta a 1960, cuando las tres hermanas Mirabal fueron violentamente asesinadas en la República Dominicana por su activismo político, convirtiéndose en el máximo exponente de la crisis de violencia contra la mujer en América Latina.
Desde entonces, el 25 de noviembre ha sido la fecha elegida para conmemorar sus vidas y promover el reconocimiento mundial de la violencia de género. Según la ONU, en su declaración de 1979, violencia contra la mujer es “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se produce en la vida pública o privada”.

Con todo, y puestos a recordar fechas y datos, hay una cifra que provoca auténticos escalofríos: a la hora de cerrar esta edición, son 69 las mujeres que han fallecido en España en lo que va de año a manos de sus parejas o ex compañeros sentimentales, con lo que se confirma que 2007 va camino de convertirse en otro “año negro” en lo que respecta a este tipo de crímenes y corre el peligro de marcar una dramática plusmarca. Si 2006 se cerró con el trágico balance de 68 mujeres fallecidas a manos de sus parejas o ex parejas, las últimas víctimas mortales, en Canarias y Alicante, hacen que la dramática cifra desborde ya esa “marca”. Aunque sea duro reconocerlo, lejos de ver cómo se reducen este tipo de delitos, los asesinatos están aumentando a un ritmo aterrador a pesar de la aprobación de la Ley contra la violencia de género.

Seguramente sea pretencioso pensar que estas líneas puedan servir para algo, pero aun clamando en el desierto queremos sumar nuestra voz a todas aquellas que día tras día tratan de denunciar o aportar soluciones para resolver un problema que resulta siempre incomprensible, y aún más a estas alturas del siglo XXI. Por manida que resulte la frase, combatir esta lacra es una tarea de todos, empezando por las instituciones públicas, pasando por las empresas y centros de enseñanza y finalizando en nuestros propios hogares. En nuestras manos está que las futuras generaciones crezcan en un entorno en el que la igualdad sea la norma y denunciar y perseguir a todo aquel que sea capaz de vulnerar el más mínimo derecho.

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