Vida de perros

Comenzar a creer

Anda, gente, que no os podéis imaginar lo que leí el pasado sábado en el diario provincial por excelencia. Todavía ando de una pieza. Deseando sentarme y comenzar a escribir sobre el asunto para compartirlo con ustedes. Y aunque hoy ande con el cuerpo un tanto rarito por lo del aniversario de Bahamonde pronto me sitúo en el presente de nuestro encuentro que es realidad el viernes.
Leí, les decía, en un pequeño recuadrito de la página destinada a nuestro cacho de la provincia, la siguiente notita sobre Sax: “El Ayuntamiento presentará el proyecto de construcción del Auditorio, Casa de Cultura y Biblioteca a las diferentes asociaciones del municipio, tanto musicales como culturales, con el fin de recabar opiniones sobre el mismo”. ¡Ja! No me negarán, queridas personas, que no es una información como para comenzar a creer. No sé decirles en qué, pero para creer en algo. El ayuntamiento convoca y busca opinión de asociaciones potencialmente usuarias de unas nuevas instalaciones. Bueno, si además hubieran anunciado que se tomarán en cuenta dichas sugerencias me vería en la disyuntiva de quedarme aquí o emigrar a Sax. ¿Será ésta una de las prácticas que supone la Participación Ciudadana (véase la columna con idéntico título publicada por Francisco Tomás en la web)? Debe serlo. Pero aquí, en Villena, incluso el ultra involucrado Tarsicio Hernández llegó a amenazar con abandonar los cargos que ocupa en dos asociaciones vinculadas al mundo taurino por falta de información sobre el desarrollo del proyecto de la Plaza de Toros.

Y traigo aquí el asunto para poner puntos sobre las íes, ya que su queja no trataba de participación sino de información sobre el proceso referido al polémico proyecto. Y aunque me ponga de mal humor hablar del edificio mencionado, tanto como a muchas personas leer lo que opino al respecto, aunque viva el iniciado camino como un exceso económico, aunque augure una carga económica futura de la que no se habla, pese a mi convencimiento de la mínima utilidad que prometen unas instalaciones que supongo aunque no conozco –porque no me las dan a conocer–. Superando el nombrado malestar debo hablar de la Plaza y debo exigir y solicitar posturas exigentes por parte de las personas y asociaciones que se sientan ninguneadas, apartadas por el ayuntamiento responsable. Porque el proyecto, famoso proyecto en tres dimensiones en el que no aparecía un solo toro en sus imágenes, proponía una serie de usos del recinto que afectan a las gentes de Villena en general y a potenciales usuarios en particular: asociaciones culturales, musicales, festeras, etc. Colectivos todos no informados, consultados ni tenidos más en cuenta que para sugerirlos en el spot electoral.

Nadie exige al sector político que acredite conocimientos o méritos afines a las áreas en las que va a trabajar. Existe una triste suposición que ampara dichas nociones en el cuerpo técnico de nuestro ayuntamiento, en este caso. Tal personal, como se reitera una y otra vez, cubre precariamente en muchas áreas sus cometidos debido a falta de personal, presupuesto o infraestructuras. Y ésta sería una buena excusa en caso de que yo pudiera afirmar con certeza que es consultado. Pero, si no es consultado, entonces ¿quién y con qué criterio es capaz de erigirse entre el resto y decidir, determinar lo necesario y lo correcto? Créanme si les digo que he visto teatros con el suelo del escenario cubierto de losas de mármol brillante y resbaladizo, barras de iluminación desde donde era imposible situar un foco que cubriera la escena… Instalaciones diseñadas por estudios de arquitectura no especializados y por concejales más preocupados por el brillo dorado de las barandillas que por la visión del escenario desde el patio de butacas. Ustedes verán.

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