¿Cómo está el tema?
Dicen que el abuso de pesticidas, la falta de lluvia, el enfado generalizado por los casos de corrupción política, la desfachatez de las compañías eléctricas y la ausencia de contratos laborales (dignos de llamarse dignos), nos han traído una primavera propensa a las alergias.
Debe ser, porque en casa andamos todo el día haciendo ruidos con las narices intentando inspirar con normalidad. Así que deben perdonarme, queridas personas, si esta semana me falla la inspiración o la encuentran trompetera. Intentaré, no obstante, continuar metiéndome donde no me llaman, al estilo del (¿mon?) señor Rouco Varela o del ministro Gallardón si me permiten decirlo (aunque al hacerlo tengamos que aguantar que se nos llame asesinos y asesinas, tal y como ha ocurrido en el foro donde se encuentra el vídeo de la representación del 8 de marzo durante las Fiestas del Medievo).
Desde entonces hasta hoy, dejando aparte la viciosa polémica de la peña taurina, nos hemos encontrado con bocados de política local demasiado tiernos o demasiado hechos. De hecho, tras la subida del pan ocasionada por las declaraciones a los medios de la concejala Ana Más, nada me llama realmente la atención hasta que el ¿concejal? de ¿VCD? Juan Richart vuelve a presentarse a los medios para explicarnos la cesión de ciertos terrenos municipales a la actual empresa concesionaria del servicio de limpieza del modo que lo haría Leticia Sabater un programa televisivo infantil, o ese amigo que conoce nuestras sospechas por su persona tras las cuentas que sacó en la última comida. Da igual. En realidad yo como ciudadano debo estar tranquilo con estas cosas. Porque hay una fiscalización de todos estos asuntos que se lleva a cabo tanto por el personal técnico del ayuntamiento como por el personal del grupo o de los grupos políticos en la oposición, liberados y costeados por la ciudad. No creo, por tanto, necesaria esa nueva moda que ahora se da tanto en el Gobierno Central como en el Municipal, de alargar las ruedas de prensa sumando, restando o multiplicando cifras si su fin es hacer patente la transparencia de la gestión.
Que mil quinientos por doce son dieciocho mil, y por diez son treinta millones de las antiguas pesetas es algo que afortunadamente podemos calcular. Y si no, como dije, contamos con personal muy competente para verificarlo. Pero no es eso lo que me pica cuando escucho al (¿ex?) concejal sumar y multiplicar demostrando que todo cuadra en su actuación. No. Lo que me pica es no saber qué hace el señor Richart todavía ahí. Porque me resulta obvio que en cualquiera de los casos el personal técnico del Ayuntamiento de Villena basta para cerrar los flecos de los proyectos de sus concejalías y de asesorar correctamente a la persona que tome el relevo en tales responsabilidades. Y eso me lleva a preguntar: ¿entonces, qué pasa? ¿Cómo está el tema?