Viéndolas pasar

Con todos mis respetos

Y con todas mis dudas, por supuesto. Uno, que no es sociólogo, lo más que puede hacer es leer la propuestas de quienes sí lo son o presentan estudios firmados por sociólogos para avalar dichas propuestas. Me refiero, cómo no, a la vuelta a la actualidad de aquello del uso no sexista de la lengua. Si alguien tiene dudas de su utilidad –yo no tengo ninguna– que se vaya a las estadísticas y diga si existe un solo dato objetivo que permita ser optimista en materia de igualdad gracias al uso de dicho lenguaje.
Leía por los foros digitales de EPdV una sugerencia de un afamado, aunque desconocido, forista que proponía la sustitución de AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) por una menos sexista AMPAA (Asociación de Madres y Padres de Alumnas y Alumnos). En su mismo comentario realizaba otra propuesta: APIEE Asociación de Progenitores de Individuos en Edad de Escolarización, pero a mí me parece muy sexista ya que “Progenitores” podría ser interpretado como sólo masculinos, lo mismo que “Individuos” y no digamos nada de “Edad”… claramente femenino que, aceptando lo que nos cuentan del uso no sexista de la lengua, fomentaría la desigualdad ya que “Edad” es femenino.

Vale, vale, ya sé lo que están pensando. En efecto, hay palabras neutras, sin género… asexuales. Eso, el neutro, es el claro ejemplo de que nuestra lengua no es sexista. Nuestra lengua es rica y el neutro existe desde antes de nacer cualquiera de nosotros, sociólogos incluidos. El neutro generaliza, por lo tanto iguala, a todos (y todas, claro), y es lo que debemos utilizar para referirnos a un conjunto en el que existan masculinos y femeninos juntos (y juntas, claro).

En las primeras elecciones ganadas por Zapatero, le pudimos escuchar en muchas ocasiones diciendo aquello de “No más violencia de género”. En la legislatura recién acabada, si no me equivoco en la cifras, ha habido un importante incremento de casos. Cierto es que ahora se denuncia más, por fortuna en esto sí hemos acertado y nos hemos planteado todos una tolerancia cero con el maltratador.

Vengo a decir que para lograr una verdadera igualdad lo primero que entiendo que debemos hacer es actuar desde la igualdad, no creo necesario andar cambiando papeles donde figura un neutro como “El Interesado” por el no menos sexista “La Persona Interesada”, sino que de verdad reconozcamos los hombres la igualdad de la mujer en comparación con nosotros y desde la mujer, tener la claridad en todos los sentidos de dicha igualdad.

Creo que es un problema de educación, no de lenguaje, porque en el lenguaje se dan situaciones que provocan desigualdad y que, muchas de las personas que defienden el uso no sexista de la lengua, lo denominarían “discriminación positiva”, que no es otra cosa que más desigualdad. Un ejemplo: ¿Por qué AMPA y no APMA? ¿Por qué siempre el femenino se antepone al masculino? “Señoras y Señores”, “Madres y Padres”… Si creemos en la igualdad, y yo creo en ella con absoluto convencimiento, el orden no es más que una cortesía sin importancia, ¡qué más da qué género se ponga en primer lugar!

A veces tengo la impresión de que se saca este tipo de temas, como esta columna, con el fin de ocupar páginas en la prensa, tal vez porque no tengamos otra cosa mejor de la que hablar o por miedo a enfrentarse a situaciones que, de verdad, fomentan la desigualdad y el trato machista. Aquellos (y aquellas) que trabajan en la docencia, reuniéndose con Madres y Padres, saben tan bien como yo que no es difícil adivinar esos casos.

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