Conselleria no paga, APADIS no cobra
Antes de los últimos treinta años los padres y madres de personas discapacitadas intelectualmente vivían con una angustia personal y, además, crónica. Ese vivir sin vivir, esa zozobra de no saber a dónde acudir, quiénes podían ayudar careciendo de recursos asistenciales que puedan paliar lo que se les venía encima. Ese sentimiento de abandono, porque no existía nada que no fuera apechugar con los medios de cada cual, hizo que se asociaran para tener más fuerza reivindicativa y para exigir a las Administraciones soportes que dignificaran la calidad de sus vidas.
Así nació APADIS, con ese esfuerzo que arrancó desde la más absoluta ignorancia y que ha ido dando respuestas y servicios a personas con incapacidades, gracias siempre a los compromisos de los estamentos públicos y a la solidaridad generosa de los vecinos de un pueblo ejemplar. Hoy APADIS puede presumir de tener unas instalaciones y unos profesionales con los que la mayoría de los centros del sector en España se darían con un canto en los dientes, suspirando por lo que esta Asociación presta socialmente a los pacientes y a sus familias.
Llevo trabajando en esta entidad veintisiete años y medio y, como quien dice, casi la he visto nacer, siendo testigo de su evolución, historia, miserias y conquistas. APADIS ha recibido, durante su trayectoria, el espaldarazo puntual de galas y festivales, de las simpatías de todo un pueblo y partidas municipales, de la colaboración de sus socios y la abnegación de sus gestores, pero sobre todo y por encima de todo, ha subsistido gracias a las subvenciones de la Generalitat Valenciana, a través de sus Consellerías de Bienestar Social y Educación. Y de modélica y ejemplar hemos pasado a la incertidumbre más precaria.
Consellería no paga, APADIS no cobra, es el triste slogan de los dos últimos años, pues los impagos de quienes firmaron los conciertos se han convertido habituales. Desde hace tiempo, los atrasos en los aportaciones económicas han generado varios meses de nóminas ninguneadas a los trabajadores y, cómo no, una deuda ascendente a la propia Asociación; pues sin la liquidez prometida nada ni nadie la exime de hacer frente a acreedores, proveedores y facturas pendientes que genera el mantenimiento de unas instalaciones y los gastos corrientes que esto acarrea, ejerciendo los trabajadores sus jornadas laborales como si nada y los atendidos asumiendo una falsa normalidad con la sonrisa en los labios.
Consellería no paga porque el Gobierno Valenciano ha ido despilfarrando un dinero de todos en asuntos baladíes. En 2012, por ejemplo, gastó 39 millones de euros en llevar a Valencia la Fórmula 1, que si bien es un reclamo turístico de primer orden, no es menos cierto que para empresas hosteleras es golosina para un día. Con 39 millones de euros ni APADIS, ni el CRIS, ni AFEPVI, ni ninguna otra asociación de Villena ni de la Comunidad Valenciana estarían en una situación tan crítica. Pero los clarividentes políticos prefieren grandes eventos puntuales antes que las necesidades elementales y cotidianas funcionen con dignidad, igualmente elemental.
Tras anunciar el Consell una reducción del 10% en las subvenciones por los recortes, afirma y promete que en mayo adelantarían un 30%, a finales de junio otro 30% y en septiembre u octubre el 40% restante del presupuesto anual convenido. Promesa que corroboraron Asunción Sánchez Zaplana, titular de su Consellería, y también nuestra paisana y sempiterna diputada María José García Herrero. Afirmaciones gratuitas y que nunca escarmientan, ni de ellas aprenden, pues ya no se transforman en mentiras piadosas, sino en falacias engañosas. Que nunca digan más, por sus bocas, palabras vanas y esperanzadoras, cuando saben que Alberto Fabra es tan reo de Montoro como Rajoy de Bruselas.
Y si esto no se apaña decentemente acabarán los gobernantes con un extraño escrache, el de acoger en sus hemiciclos a toda una legión de discapacitados psíquicos, ofendidos y desamparados en la cuneta.