Cosas que no se entienden
Soy el primero en criticar al Sistema Judicial porque se ensaña con unos y es benevolente con otros, porque quien más tiene, más posibilidades y recursos ostenta para burlar a la Justicia y porque es exasperadamente lenta. Y así lo he escrito anteriormente. Lo único que espero de ella es que sea igual para todos, que aplique el mismo rasero y que sea ágil y no se demore en interminables procesos por costosos recursos. A partir de este deseo sólo quiero que actúe y que se la deje trabajar. Escribo esto porque el PSOE, que acusaba al PP porque consideraba que había una causa general contra los populares en el caso Bárcenas, hace exactamente lo mismo con el tema de los ERE en Andalucía, pues cree que hay un linchamiento contra ellos en la Junta.
Si los populares quieren apartar al juez Bermúdez de la Gürtel y presionan a Ruz por los famosos papeles de Bárcenas, y los socialistas exigen que no interfieran la causa judicial, ¿por qué critica ahora Rubalcaba, incluso Felipe González, a la magistrada Elena Alaya por imputar a la exministra Magdalena Álvarez por los ERE? Dicen los dos que pondrían la mano en el fuego por Magdalena, por Griñán y por los veinte imputados andaluces. ¡Qué flaca es la memoria a veces! También puso Felipe la mano en el fuego por Barrionuevo y Rafael Vera y se quemó, aunque no escarmentó.
Dicen los dirigentes socialistas que en el auto no hay indicios de delito contra Magdalena, pero si tienen razón o no lo determinará la jueza, no ellos. Por tanto hacer juicios de valor, como dirigentes políticos que son, no hace más que condicionar públicamente el procedimiento judicial en curso. No vale con que unos critiquen la presión mediática de los otros cuando ellos caen en el mismo error. A estas alturas, si la Justicia es lenta es porque se han multiplicado los casos de corrupción y nadie debiera intervenir haciendo juicios paralelos. Así que lo mejor, para unos y otros, es respetar las investigaciones y apoyar la transparencia, que dicen que es necesaria.
Otra cosa distinta es que, al margen de la investigación judicial, sean los propios partidos los que depuren responsabilidades internas y políticas, fulminando de sus cargos a quienes estando imputados pasen al siguiente paso, el juicio oral, prueba inequívoca de que las irregularidades por las que se les acusa tienen fundamento. No sé a qué esperan unos y otros a expulsar de sus partidos y sillones a José Blanco, a Milagrosa Martínez o a Alicia Such, por ejemplo. O qué hace todavía Rafael Blasco en los bancos del grupo mixto de las Cortes Valencianas, cuando debería estar en la calle, o por qué siguen teniendo el carné del partido los imputados socialistas andaluces, como tampoco entiendo que IU siga gobernando con el PSOE en Andalucía, pues lo normal es que rompieran la coalición hasta que no se aclare quiénes de sus socios tienen las manos manchadas, no de sangre, sino de dinero sucio.
Sé que hay quienes piensan que he evolucionado a posiciones ideológicas conservadoras, vamos, que me he hecho de derechas. Y nada más lejos de la realidad. Sigo pensando lo mismo que hace muchos años, sigo manteniendo los mismos principios y por eso mismo procuraré denunciar lo que crea que es criticable, allá donde se produzca y sea quienes sean sus responsables. Estoy convencido de que si los recortes azotan a las clases medias y bajas, independientemente de la política desacertada del actual Gobierno, es porque buena parte de las arcas públicas las han fundido y llevado al bolsillo muchos impresentables, que utilizando sus cargos y en connivencia con empresas tapadera han desviado dinero sin que llegue a su destino. De modo que respétese el trabajo judicial, que los políticos limpien su era, y quienes tengan que caer, que caigan para no levantarse jamás.