Cositas normales
Sería tremendamente interesante que se instalasen aseos públicos en puntos de la ciudad en los que hubiera concentraciones importantes de personas…
Sucedió una mañana de estos últimos tiempos en los que Europa decide que las energías que eran peligrosas hasta ayer por la mañana, ahora resulta que son verdes y que la mejor manera de asegurar la paz es armarse hasta los dientes al tiempo que los gobiernos de los distintos países afrontan la enésima crisis con medidas propias más de la caridad cristiana que de la distribución de la riqueza y de la justicia social que deber imperar en una democracia avanzada...
Sucedió una mañana cualquiera de estos últimos días en los que los ciudadanos asistimos al fenómeno meteorológico de las constantes subidas de precios con la actitud del que saca el brazo por la ventana para comprobar que, efectivamente, está lloviendo.
Decía que hace poco, cuando arrancaba mi coche aparcado en las inmediaciones del Parque del Mercado, observé como un hombre de cierta edad (quiero decir de edad avanzada ya que decir cierta edad en realidad es decir nada) se aliviaba de sus urgencias prostáticas escondido detrás de uno de los árboles de tronco generoso que, al menos, le servía de parapeto para que no se le viera la chorra y pudieran acusarlo de exhibicionista, acosador o cualquier otra cosa que, seguro, el buen señor no era.
Cuando uno asiste a este tipo de edificantes espectáculos, su primera reacción es calificar a su protagonista de incívico, falto de escrúpulos y, en general, de marrano. Esto nos pasa porque nos precipitamos al juzgar apresuradamente y no somos empáticos. ¿Qué llevó a este buen hombre a tomar la decisión de regar un arbolito? ¿Cuál era la intensidad del apretón? ¿Pudo llegar a resolver la incógnita después de compararse a otros animales que orinan en la calle sin pudor, sin cargo de conciencia y sin pagar impuestos municipales? ¿Llevaba un botellita de agua que echo sobre su pis y eso le da los mismos derechos que a los perros que levantan su patita en mi esquina?
Me consta que en esta legislatura, desde distintos ámbitos, se han hecho propuestas a los regidores municipales en el sentido de que sería tremendamente interesante que se instalasen aseos públicos en puntos de la ciudad en los que hubiera concentraciones importantes de personas. Dos son las razones argumentadas. La primera que Villena es una ciudad comercial a la que acuden vecinos de toda la comarca a realizar compras y la segunda que cada vez es mayor el número de ciudadanas/os que pasan mucho tiempo en la calle conviviendo o haciendo colas en los bancos.
A lo mejor estas propuestas no se han hecho llegar por el cauce reglamentario con los sellos necesarios, ni por triplicado y con el consabido “Dios guarde a usted muchos años” que, como todo el mundo sabe, es la tramitación oficial que da derecho a que el asunto sea estudiado, a que se apruebe una moción y a todo eso que se convierte en un expediente que se guarda en un cajón. Pero saberse, se sabe, y sería bueno que nadie tuviera que entrar en un bar a hacer aguas menores o mayores, ni salir corriendo al supermercado más cercano cuando no le apetece tomar ni comprar nada. Sería bueno para la persona afectada y para el dueño del establecimiento que no tiene porqué estar limpiando su retrete de suciedades producidas por cualquier viandante que no le deje un beneficio.
La cosa es que aquí está la recta final de la legislatura con su habitual vorágine de reformas y obras en general. Uno se pregunta si entre tanta gente lista (políticos, arquitectos, ingenieros) alguien habrá tenido en cuenta que entre los asuntos inaplazables de los humanos figura el de deshacernos de los restos orgánicos que nuestro cuerpo no considera necesarios, que se vive mucho fuera de casa, que estos apremios son traicioneros y llegan sin avisar, no es higiénico posponerlos y después hay que lavarse.
Estamos hablando de derechos, de salud, de servicios a la comunidad, de puestos de trabajo. Estamos hablando de una ciudad amable. De dignidad. ¿O no? …Pues ya están tardando.
Por: Felipe Navarro