Cultura

Crónica eclipsada por Morente

Y aunque en estos días el olor a navidad ya consume casi todo el espacio olfativo. Aunque con ese olor los músculos faciales se ablanden incluso en los rostros más endurecidos dando paso a sonrisas o a esas muecas que casi parecen amables; aunque la entrada de diciembre haya sido bendecida con cálidos vientos que alegraron los paseos por el campo y la playa; cálidos vientos que hicieron menos fatigosas las jornadas peinando los olivares. Aunque nos vaya mejor, o igual, o peor, pero mantengamos la esperanza que genera el nuevo año. Aunque queramos lo que queramos, aunque esperemos lo que esperemos, lo que no va a cambiar es la triste noticia. Que Enrique Morente nos haya abandonado.
Más allá del gusto musical o del conocimiento sobre el flamenco, para mí Morente ha sido el hombre sabio que lejos de apartarte a un lado te daba el calor para llevarte donde ha querido. Un verdadero símbolo de arte, de evolución, de estado de gracia, de inteligencia y simpatía. Un símbolo que debe representar la complejidad y la sencillez, la tradición y la vanguardia. Nos queda el tributo, la ofrenda, el consuelo, escucharlo una y otra vez. Pero no basta. Nada basta porque al ver alejarse a este hombre lleno de luz por esas calles insospechadas se puede sentir cómo atardece a este lado del camino.

Lo concerniente a nuestro lado, ahora más oscuro y frío, gira en torno a la laxitud del concierto que Ryan Blotnick Quartet ofrecieron en La Tercia el pasado día 8, tan laxo que ya esperamos que Marc Miralta –por cortesía del Club de Jazz y la Concejalía de Cultura– nos despierte del letargo éste viernes 17. También durante los días pasados disfrutamos de la exposición CirculArt que todavía ofrece la CAMV y que conviene visitar y revisitar por múltiples motivos, entre otros porque allí esperan los trabajos de diecisiete creadores y creadora plásticos de nuestra ciudad –posiblemente a comienzos del verano se presenten otros tantos trabajos–. La exposición merece atención puesto que la aportación de buena parte del grupo no se ha reducido a una cesión de obras rescatadas del archivo, sino que se han presentado en gran parte trabajos recién sacados del horno que resultan muy interesantes. De hecho la asistencia a este evento me impidió estar en la sala Stereo de Alicante donde Ingresó Cadáver parece iniciar una nueva embestida, esta vez acompañando a la conocida formación Cycle que ya pudimos ver en Villena.

Por último, el pasado domingo, durante el Festitíteres alicantino, pudimos sorprendernos con La leyenda del Conejo Volador, un juego poético donde la compañía Bastiani-Puche avaló con sus títeres, sus tempos y su personal estilo los reconocimientos internacionales conseguidos. Una propuesta que, como pocas, puede conjugar belleza y diversión.

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