Apaga y vámonos

Cuidadín, cuidadín…

El escándalo de Marbella acaba salpicando a Villena, señora. Pero como sé que dicho así podría resultar muy fuerte, antes que nada quiero anunciarles que como titular se merecería un suspenso por sensacionalista en cualquier facultad seria de España, si acaso queda alguna, cosa que dudo viendo el nivel de los jóvenes licenciados de hoy en día. Y que nadie piense mal ni se ofenda, que para ejemplo, el mío.
Con todo, tampoco se crean que voy muy desencaminado, que aquí Dios mediante no habrá escándalo alguno –espero–, pero vamos a tener que aprender a plantar las orejas y a valorar muy mucho a quién le abrimos las puertas de casa, que en estos tiempos de saqueos inmobiliarios y urbanísticos, de ayuntamientos vendidos y concejales comprados, en la Era del Dios Ladrillo y la Diosa Recalificación, el más santo pacta con el diablo y el más tonto hace relojes. Y además los vende a precio de vivienda unifamiliar en primera línea de playa.

El caso, por ir centrando el tema, es que andaba yo muy entretenido estos días a cuenta de algunos escándalos municipales aflorados cual champiñones en campiña (la inminencia de las elecciones y otras naderías similares tendrán algo que ver, pienso yo), navegando por internet en busca de la clave del embrollo de Orihuela (y de las fotos más recientes de Mónica Lorente, lo admito), cuando de repente surgió un nombre y se encendieron todas las alarmas: Tomás Olivo.

¿Y quién es Tomás Olivo, se preguntarán muchos de ustedes? Pues según algunos confidenciales de internet y varios blogs gestionados por ciudadanos de Marbella, el “amiguísimo” de Jesús Gil, que en paz nos dejó descansar. Según tales fuentes, Tomás Olivo se forró, literalmente, durante el gobierno del GIL. Amigo del difunto presidente del Atlietico de Miadrid, más amigo aún del mejor amigo de Gil, Pedro Román, y súper-amigo-de-la-muerte del tristemente famoso José Luis Roca, el cerebro de la trama de Marbella.

Tal y como ha publicado estos días El Confidencial de Murcia, el empresario Tomás Olivo podría estar implicado de algún modo u otro en la trama de Marbella. Según el mismo medio, Olivo “recibió un evidente trato de favor por parte del difunto Jesús Gil y Gil cuando aterrizó en Marbella desde su Cartagena natal en el año 1991, formando desde entonces equipo con su paisano Juan Antonio Roca, al que se responsabiliza de haber vendido el patrimonio de Marbella al mejor postor a lo largo de los últimos quince años”. Otros medios más conocidos, como El Faro o El Mundo, nos han recordado estos días algunos de los desmanes del honrado constructor, entre ellos que se cargó un edificio histórico en Cartagena o que prestó una de sus empresas-pantalla para que Jesús Gil comprara con fondos públicos una escultura rusa para una de sus fincas. Por su parte, La Verdad nos ha contado que el Partido Andalucista acusó a Gil y Roca de “ceder terrenos municipales por valor de 2.000 millones de pesetas a Tomás Olivo sin mediar subasta o concurso público alguno”.

Por si a estas alturas aún no han pillado qué tiene que ver este hombre con Villena, habrá que decirles que nada. O quizá mucho, que nunca se sabe. Porque el caso es que Tomás Olivo es el propietario de la mercantil General de Galerías Comerciales S.A., la misma que ha comprado miles de metros de suelo en Villena, desde hace algunos años quiere construir un centro comercial en el Grec y cuya sede principal se encuentra, precisamente, en Marbella. Ustedes no sé, pero yo, a alguien así, no lo quiero ver en Villena ni en pintura.

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