Apaga y vámonos

Daños colaterales

Daño colateral es un término utilizado por diversos ejércitos para referirse al daño accidental producto de una operación militar. El término comenzó siendo un eufemismo acuñado por el ejército norteamericano durante la Guerra de Vietnam, y puede referirse al “fuego amigo” –hablando de eufemismos– o a la destrucción de civiles y sus propiedades, que es lo que están consiguiendo con La Virgen entre el Ayuntamiento, la Conselleria de Agricultura, la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), el viento huracanado y la madre que los parió.
Retorciendo el símil, podríamos concluir que la operación militar de exterminio es el vertido continuado y sin control alguno de aguas residuales sin depurar desde la inoperante depuradora de Villena a la Acequia del Rey, cuyo estado de abandono debido a la dejadez de las distintas administraciones también ha contribuido lo suyo a que al agua se estanque, obsequiando a los sufridos vecinos con un problema de olores más nocivo que el napalm que soltaron los yankis sobre los pobres vietnamitas.

Siguiendo con el paralelismo, el fuego amigo sería el originado por el presunto rescate ordenado por el Alto Mando. Tras las continuas denuncias públicas –desde EPdV– y privadas –ante el Pentágo… digo, el ayuntamiento–, se toca a rebato y no sin ciertas polémicas se consigue que la CHJ limpie la Acequia (a la que, por cierto, se sigue vertiendo agua contaminada desde la depuradora, y eso que nos cobran muy bien cobrado el “canon de depuración” en todos los recibos), sacando los putrefactos lodos de su fondo y trasladándolos… al lado de las casas de los vecinos en lugar de a donde Cristo perdió el gorro. Por si no queríais caldo, estimados Laguneros, ahí tenéis dos tazas.

Y para rematar la faena, faltaban los daños colaterales, esos que ya son para reírse a mandibulaza desencajada de no ser porque en realidad son una tocada de huevos en toda regla. Pongamos que usted, estimada señora, vive cerca de Las Virtudes, estando su casa junto a un camino más que secundario. Pongamos que, durante años, ha pretendido que el ayuntamiento le sufragara, al menos en parte, el asfaltado del camino, que está de pena. Pongamos que el ayuntamiento no ha soltado ni soltará un euro nunca, seguramente con razón, porque no es de su responsabilidad. Y hasta ahí todo correcto. Pero pongamos ahora que el mismo ayuntamiento que no le paga el asfaltado, porque dice que su camino es privado, les dice a los camiones que están vertiendo lodos al lado de su casa que utilicen precisamente ese camino –de repente público–, y que a causa de su paso y de las últimas lluvias ha quedado tan destrozado que hasta ha tenido usted que llamar a una grúa para sacar a su coche del barro.

No sé si me sigue, señora, así que como la jerga militar no es lo mío, mejor se lo cuento en villenero castizo: Además de puta, está usted poniendo la cama. Y el puticlub no huele precisamente a Chanel. No sé si me explico.

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