Vida de perros

De ese carácter

De ese carácter hay gente en todas partes. Aunque el orgullo local nos haga exclamar: ¡pero aquí más!, incluso ¡pero aquí peores! De esa gente… en todas partes os digo. En el Sur les llaman gente de mala follá, que no es lo mismo que decir de malafolla, más usado aquí. Son gente que ante el debate exhiben impulsivamente su frase concluyente, gente de arreglar rápido cualquier asunto que no les conviene: si blanco o negro, pues blanco, y los que estén de acuerdo aquí a mi lado y los que no a aquel, y los de blanco a esta parte y de esta línea hacia allá todos gilipollas. Gente buena, imagino, fuera del terreno del debate, pero que dentro de tal espacio son capaces de regalar sin recato ni vergüenza respuestas del tipo: “cuando estaban esos gobernando todo era una mierda… todo”, o “si tanto te gusta tal país y tan bien lo hacen ahí donde dices… pues ya tardas en irte a vivir allí”, o “Zapatero es el único al que no afecta la crisis”.
De ese carácter hay gente en todas partes. Totalitaristas a medida de su minúscula imagen del mundo, intransigentes cuando no sordos, y casi siempre extremos en sus posiciones (es más difícil llevar el blanco o el negro al gris que defender a ciegas una de las opciones). En ocasiones jugamos a imitar ese carácter durante las comidas campestres de los domingos. Lo hacemos mientras vemos en familia algún deporte. El pasado domingo, cuando Lewis a falta de dos vueltas conducía su vehículo en sexta posición alguien dijo: “ese tío está acabado”. Era curioso el comentario, nada extraordinario por otro lado, pero curioso sobre todo al reflexionar sobre la frase: un piloto a un puesto de ser el campeón del mundo de F1, el más joven de la historia además; y sin embargo ahora en una posición en la carrera que lo convertía en un inútil sin futuro. Nos reímos. Sabíamos que el juego consistía en disparar el comentario más extremo, el mejor disparate.

Pero resulta que de ese carácter hay gente en todas partes. Y sus manifestaciones no son un juego. No juegan. Insultan, rumorean, presionan, mienten, pero no juegan. Tampoco la última entrega de FEVENA a éste semanal es un juego. Es un insulto, un despecho, una proclama escrita alocadamente para exaltación y defensa de una línea de actuación política y desprestigio del resto de líneas. La desinformación y la información sesgada ayudan mucho a la hora de entablar discusiones sin necesidad de esgrimir datos, sin que la verdad importe por tanto. De eso sabemos mucho en Villena. De falta de información. De desinformación. De acusaciones sin fundamento. De desacreditar de oídas. Será que de ese carácter tenemos bien nutrida la población.

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