Vida de perros

De regreso a las calles

Pues bien, queridas personas, no hará falta de que les informe de que ya ha concluido el periodo de vacaciones escolares previsto para estas fechas, lo que nos trae las más diversas emociones (alivio, pereza, enfado, alegría), unidas a la imprevisible climatología que venimos sufriendo y disfrutando. La vuelta a los colegios, más concretamente a la zona escolar del Grec, nos ha traído además alguna decepción en general, y una columna a mí en particular (también para ustedes, ya que no puede ser de otro modo).
Volver al colegio de la mano del señor S. y comprobar el estado de las obras después de dos semanas parece alimentar las razones de esa maléfica vocecilla que escucho dentro de la cabeza, que asegura que las obras no finalizarán hasta que suene la última sirena del último día de clase. Peor todavía, cuando la escucho ahora con mayor volumen diciendo que las máquinas volverán en septiembre, el día en que los colegios vuelvan a abrir las puertas. ¿Por qué no? Si las obras en las puertas de los centros escolares parecen planificadas por alguna mente menos maquiavélica que la de mi vocecilla que afirma sin datos que ese debe ser el modo de hacerse notar, de hacer que la ciudadanía perciba que se realizan mejoras en su ciudad.

Y de algún modo, por alguna curiosa conexión cerebral, comencé a pensar en la descortesía del último autobús al que subimos en una de las marquesinas de la Morenica, hasta advertir que el retraso no era tal, el fruto de algún contratiempo; sino que se trataba de un retraso planificado por los recortes propuestos por el Equipo de Gobierno con aplicación inmediata. Excusa que rápidamente consideré poco eficaz para justificar nuestro retraso en la puerta del teatro.

Y de algún modo, por alguna curiosa conexión cerebral, o por el tiempo que pasé en la parada observando las obras que se realizan en el tramo final de la Avenida de la Constitución, la extrañeza me volvió a invadir. Y comencé a calcular el recorrido que en adelante deberemos realizar quienes por ejemplo entramos a la gasolinera y queremos dirigirnos hacia el centro de la ciudad, o quienes queremos entrar a la zona escolar, o quienes al salir de la zona escolar queremos ir a la gasolinera, o…, o…, o… En mi caso particular los cálculos sumaban doscientos metros añadidos a mi recorrido habitual, lo que multiplicado por cuatro suman ochocientos metros diarios, cuatro kilómetros semanales, ciento cuarenta y cuatro kilómetros extras durante el período escolar…, con el gasoil a 1,40 y subiendo, unos 200 euros extras. A lo que habría que sumar el aporte a la contaminación. Claro que también podría tomar el autobús…, ay, el autobús… Pues eso, que cada vez entiendo menos de casi todo…

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