De uso general
Sin duda andamos en tiempos revueltos. Más en apariencia que en otra cosa, posiblemente. Hay quien dice que el pueblo español está anestesiado y que pasa de líos. Y puede que estén en lo cierto quienes opinan así. Nos gusta la vida cómoda, los decodificadores digitales terrestres, las vacaciones en Marina d´Or y que la selección española gane el mundial. ¡Si España llega a quedar campeona con ZP en la presidencia a Acebes le da un jamacuco!
Creemos vivir en una democracia porque cada cuatro años nos dan a elegir entre peras o manzanas. A los que nos gustan las ciruelas, o los higos chumbos, o las fresas con nata, no nos dejan alternativa. A lo mejor el problema es que esta pasividad siempre ha sido así. Con razón o sin ella, la Segunda República sobrevino tras la interpretación sui generis de unas elecciones municipales y gracias a la traición de unos monárquicos arribistas. El pueblo español se conformó. Con razón o sin ella, aparecieron los militares, que tras un fracasado alzamiento y con todo en su contra permitieron que Franco muriera en una cama de la Seguridad Social tras cuarenta años de gobierno. El pueblo español se conformó. Su heredero a título de Rey propició la concordia y la transición. El pueblo español se conformó. Tras veintiocho años, el Partido Socialista Obrero Español y sus acólitos regresan a ese punto de partida para comenzar el replanteamiento de los temas políticos presuntamente cancelados. El pueblo plurinacional de nuevo se está conformando. Tras esto, ¿qué está por venir? Lo mismo da que lo mismo tiene. Nos conformaremos con lo que nos den. Igual que hicieron los anteriores españoles.
Cada vez parece más que evidente en los ríos revueltos sólo se bañan los políticos, que se nos presentan como entes incuestionables en ocasiones por encima de la ley. Se lo han montado para hacernos creer que nuestro destino está inevitablemente en sus manos y que sin ellos somos menos que nada, aunque nos enseñen cada día lecciones de inutilidad.
Los asesinos de Miguel Ángel Blanco se parten de la risa ante el Estado de Derecho español. Otegi anda por ahí dando conferencias para contar que ZP le da más alas que cualquier bebida energética. Mientras tanto un infame Cándido Conde Pumpido, que es quien ahora y de paso ejerce las funciones de Fiscal General del Estado, promueve de modo paradójico la clemencia con los terroristas de ETA. Por fortuna algunos jueces todavía aplican la ley. ZP nos cuenta que tiene una hoja de ruta para la conseguir la paz con la izquierda abertzale. Ni siquiera los llama terroristas. Y yo que pensaba que la única hoja de ruta posible era el Código Penal. Al tiempo, al General Pardo Santallana le obligan a pedir disculpas públicamente por haber brindado en un acto castrense por la unidad de España. Una oportunidad de oro ha tenido el condecorado general para dar una lección al Ministro de Defensa. Aunque sólo sea a efectos de recuerdo sin mayor importancia, la unidad de España es uno de los principios en los que se fundamenta la Constitución Española de 1978. Y aunque en la práctica las Fuerzas Armadas estén únicamente destinadas a las guerras que se le antojen al gobierno de turno, ZP todavía no ha tenido el valor de derogar el artículo octavo, en el que se especifica sin ambigüedad ninguna que son las Fuerzas Armadas las encargadas de velar por dicha unidad.
¿Y el Jefe del Estado y Capitán General de los tres ejércitos? ¿Estará en el ajo?
¿Tal vez no? ¿Tiene precio la corona de su hijo? ¿Tal vez no?