Vida de perros

Debates

Sería una tontería decir que sólo hay una cosa que me intriga del Debate de Investidura del nuevo Presidente del Gobierno. Aunque es solamente una cosa. Pero no la voy a decir. Diré mejor que viví el Debate con una inquietante indiferencia, con cierta superficialidad, con la mirada distraída propia de quien vuelve a escuchar más de lo mismo, de quien no espera nada que pueda sorprenderle (aunque también de un discreto cinismo del que no me consigo librar). En cualquier caso tampoco cabía mucho que esperar. En realidad parece que tienes la cara que pones cuando miras en el quiosco al día siguiente el número resultante del sorteo de la ONCE.
Del Debate de Investidura, digamos, que apenas saqué dos cosas claras –aunque, por supuesto, muchas intuiciones–. En primer lugar sentí que la presencia de Europa está todavía más presente de lo esperado, y que tal influencia ha sido tan determinante en las decisiones que se han tomado como en las que se van a tomar. Lo decían en el Debate las insinuaciones de Rubalcaba y los circunloquios de Rajoy al respecto. En segundo lugar, me gustaría poder citar al socialista en una de sus exposiciones, cuando se refirió a la fortaleza de España para salir de cualquier atolladero cuando permanece unida, cuando todas sus gentes han empujado hacia adelante. Me recordaba una escena de Una historia verdadera (David Lynch), donde un anciano explicaba a una joven que podía agarrar una rama entre sus manos y romperla, pero que si cogía un puñado de ramas y las unía, entonces no podría romperlas. Quiero decir que de alguna forma, a su modo, a su extraño modo, sentí que durante este tránsito de poderes ha existido cierta comunicación en la sala del Congreso.

Puede que ustedes también lo sintieran, como sentirían después cierta sensación de vacío al llegar el turno de palabra, de exposición por parte del resto de grupos políticos, sensación de vacío comunicativo. Sensación de que la partida se juega entre dos –salvando las réplicas –acotaciones– a los grupos nacionalistas. Podrían sentir incluso una rabia incipiente, si ustedes calcularon a grosso modo el número de personas que están representadas por aquellos grupos políticos que no son esos dos. La cifra es importante, más si pensamos en cada número como una persona, real, vecina, que ve menospreciada su opción, su representación.

Del mismo modo podemos/debemos vivir nuestra representación local. De modo que podamos entender que la elección del Partido Popular en Villena representa una cifra muy importante, suma un importante número de personas. Aunque no podamos olvidar que en realidad y en concreto de lo que estamos hablando es de el interés y el bienestar de nuestra población. Donde nos conviene la unidad y el esfuerzo común hacia nuestros propios intereses. Algo que, tristemente, no se deja entrever.

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