No sé si algunos de ustedes me habrán echado de menos; yo a ustedes sí. Por eso El Periódico de Villena ha tenido la gran amabilidad de volver a acogerme después de pasar unos meses dedicado a una tarea tan ingrata como la de preparar unas oposiciones -con el fin de satisfacer su curiosidad les diré que ha valido la pena y que quien les habla ya es funcionario-... y también de haber disfrutado después de unas vacaciones, si me lo permiten, más que merecidas.
Tras este paréntesis, regreso en busca de un hombro sobre el que llorar. Y es que acabo de sufrir en mis carnes algo que ya he denunciado en esta misma sección en otras ocasiones: la Fiesta del Cine, el evento que muchos espectadores esperan como agua de mayo porque permite comprar las entradas a menos de tres euros, es una verdadera maldición para los que nos negamos a ver películas dobladas. Les cuento: llevamos unos meses, quizá unos años ya, en los que el complejo multisalas más cercano a mi casa viene ofreciendo más cine en versión original subtitulada que nunca. Casi todo se puede ver en este formato si uno se organiza bien y no se limita a acudir los miércoles, los de sesiones más económicas por ser el Día del Espectador. Además, todos los martes se multiplican los pases en VO. Pero hete aquí que llega la maldita Fiesta del Cine, y el afán recaudatorio del evento (no olviden que esto no deja de ser una operación comercial que, antes que al público, busca beneficiar a distribuidores y exhibidores) trata de amortizar la promoción relegando una opción todavía minoritaria como la VO a una presencia residual (un par de títulos taquilleros que por lo general no me interesan, o en caso contrario he visto ya)... y acelerando todavía más su desaparición de cartel.
Por ello, esta vez me he quedado sin poder ver las tres películas que más me interesaban: Un día de lluvia en Nueva York, lo más reciente del maestro Woody Allen, apenas tuvo algunos pases en versión original durante la primera semana de exhibición para desaparecer provisionalmente; y cuando se ha recuperado ha sido ya solo en versión doblada. También he tenido que tachar de la lista de títulos pendientes Retrato de una mujer en llamas: la última película de Céline Sciamma ha corrido peor suerte todavía, pues contó solamente con un pase nocturno en VO (al que me fue imposible asistir) antes de evaporarse por completo. De Parásitos de Bong Joon-ho, flamante Palma de Oro del último Festival de Cine de Cannes, mejor ni hablamos: solo se ha estrenado doblada.
Como podrán imaginar, para los devotos de la versión original el cine español y el latinoamericano son los más beneficiados durante esta promoción. Pero en esta ocasión y por razones que no vienen al caso ni siquiera pude acudir a ver el nuevo trabajo de Alejandro Aménabar, que finalmente he disfrutado fuera de la promoción pagando una entrada ordinaria. Afortunadamente, no me ha dolido apoquinar los euros correspondientes, pues el nuevo trabajo del artífice de Los otros y Mar adentro es un ejercicio de ambientación histórica muy bien resuelto... aunque, también hay que decirlo, está lejos de ser la película definitiva sobre la Guerra Civil española. Algo que, por otra parte, tampoco pretende ser.
Decía un crítico de cine argentino que “se habla solo de política cuando se habla de Mientras dure la guerra [porque] de cine no hay demasiado para hablar”. Curiosamente, mi percepción del film es diametralmente opuesta: en todo caso, en sus fotogramas falta política y sobra cine. Porque si de algo puede acusarse al ya-no-tan-joven Amenábar (muchos seguimos recordándolo como el chaval que debutó con la por entonces muy sorprendente Tesis, pero está a tres años de alcanzar el medio siglo de edad) es de ofrecer un relato de diáfana voluntad conciliadora que defraudará a quienes esperen un ejercicio de cine político en clave militante comme il faut; además, a decir de los que saben de esto, en su faceta de coguionista se permite alguna que otra licencia creativa con la realidad histórica. Pero como relato cinematográfico, al margen de algunos subrayados puntuales -ya sean verbales, visuales o musicales- que resultan innecesarios, funciona como un reloj y recuerda por tanto a producciones hollywoodienses o europeas del mismo corte y pareja efectividad. Por supuesto, a esto no es ajeno el buen hacer de todos los actores, desde los más protagonistas Eduard Fernández y Santi Prego (en la piel de Millán Astray y Francisco Franco respectivamente) hasta secundarios de presencia poderosa como el siempre impecable Fernando Valverde -una de las mejores voces de nuestro cine, dicho sea de paso- o ese Luis Zahera que siempre se hace con cualquier secuencia en la que interviene por poco que se deje ver en ella. Mención especial merece un Karra Elejalde que consigue transmutarse en un otoñal Miguel de Unamuno con ayuda de un maquillaje eficiente y toneladas de talento y que huele a Goya a mejor actor protagonista desde ya.
Aprovecho la coyuntura que supone este estreno para comentarles que recientemente -va ya para dos años, pero esto es reciente cuando se trata de un clásico- la editorial Cátedra publicó las Novelas completas de Miguel de Unamuno: un volumen de más de mil trescientas páginas que recopila todas las narraciones del escritor vasco que podemos calificar como tales. Así, se incluyen Nuevo mundo, Paz en la guerra, Amor y pedagogía, Niebla, Abel Sánchez. Una historia de pasión, Tulio Montalbán y Julio Macedo, Tres novelas ejemplares y un prólogo (esto es, Dos madres, El marqués de Lumbría y Nada menos que todo un hombre), La tía Tula, Teresa. Rimas de un poeta desconocido, Cómo se hace una novela y San Manuel Bueno, mártir y tres historias más (que son La novela de don Sandalio, jugador de ajedrez, Un pobre hombre rico, o el sentimiento cómico de la vida y Una historia de amor). Señalar que estamos ante un volumen imprescindible en cualquier biblioteca que se precie es de cajón, y en ello estarán de acuerdo los partidarios de cualquier bando ideológico. O eso espero.
Por su parte, Alianza -además de recuperar todo su catálogo firmado por el autor- ha reeditado Para leer a Unamuno, un ensayo biográfico que firma el catedrático de Filosofía y especialista en Historia del Pensamiento español Pedro Ribas, y que en esta segunda edición ahonda precisamente en la época vital que recoge la película aquí comentada: los últimos y controvertidos siete años de vida del autor, correspondientes al periodo de la República y la Guerra Civil. El texto se organiza atendiendo a las distintas facetas artísticas de este nombre clave de la Generación del 98, así como sus diversas aportaciones a los universos filosófico, religioso y político; y trata de demostrar que el pensamiento unamuniano es coherente a pesar de las múltiples contradicciones que jalonaron la vida del que fue precisamente un estudioso de las paradojas. En sus páginas, por tanto, encontrarán aquellos datos y reflexiones que quizá echen en falta en la película de Amenábar si la aprecian en la misma medida que servidor.
Mientras dure la guerra se proyecta en cines de toda España; Miguel de Unamuno: Novelas completas y Para leer a Unamuno están editados por Cátedra y Alianza respectivamente.
Bienvenido a casa de nuevo, Fran.
Un placer volver a leerte! 🙂
El placer es mío. Un abrazo para ud y para todos los lectores de EPDV.
Estupendo texto. Vi PARÁSITOS en Cineciutat en Palma hace una semana. No es bueno ver estas películas dobladas. Respecto a Unamuno soy un gran admirador, pero no he visto la película de Amenábar
Gracias por tus palabras. He descubierto que «Parásitos» sí se proyecta en Alicante en VOS… pero en un único cine y en pases muy reducidos; intentaré verla… y si no, tocará verla en formato digital. Un saludo.
Buenas Francisco J.Ortiz.
No sé si me leerás ya. Soy el Director de Kinepolis… y quería decirte que tienes razón tanto
en las críticas como en las alabanzas, y que es un placer tenerte como cliente.
Un abrazo.
Saludos cordiales, Javier.
Gracias por tu respuesta. La verdad es que el servicio de Kinépolis es, por lo general, muy bueno; y lo que viene haciendo con la exhibición de VO en los últimos años es encomiable y me ha reconciliado, como a otros muchos aficionados al cine, con volver a disfrutar de las películas en pantalla grande. Por ello, es una lástima lo que sucede con la Fiesta del Cine: no ya que no podamos aprovecharnos de la oferta para ver muchas películas en VO… sino que tampoco podemos hacerlo al precio estándar, porque cuando acaba la oferta esos pases que desaparecieron durante la promoción ya no regresan a la cartelera.
Un abrazo desde Alicante.
Tomo nota.
El cine es un arte que la valoración del mismo es la carencia del mismo. Algo triste para quienes amamos el arte y ahora más que nunca, vemos la importancia y el poder que tenemos los cinefilos, para levantar este tipo de arte en estos tiempos tan duros.