Apaga y vámonos

Democracia hertziana

Por si quedaba alguna duda, la televisión ha venido a cambiar, sin posibilidad de dar marcha atrás, nuestra relación con el mundo y nuestra forma de comunicarnos al tiempo que han aumentado de manera exponencial las posibilidades de que los amos del cortijo nos obliguen a consumir a diario su papilla ideológica a través de ese inmenso lavado de cerebro a escala planetaria llamado mass media.
En cualquier caso, no es de sociología de la comunicación de lo que quiero hablar, sino de la repercusión que para el día a día de Villena ha tenido la aparición de un nuevo canal de televisión que, al contrario que otros, ha contado desde el primer momento con todos los parabienes habidos y por haber, incluida la inyección de vaya usted a saber cuánto dinero público y la abnegada entrega vía primicias y exclusivas de sus valedores políticos e incluso de los que no lo eran tanto, que puestos a tener presencia mediática todo vale, hasta lo previamente considerado “ilegal”. Miren si no a Jesús Santamaría, que reúne a casi todo el rebaño (¿o era la manada?) mediático en la Sala de Prensa para explicar el estado de las obras y la aprobación de no sé qué bases para adjudicar las naves del Vivero de Empresas Industriales pero, en cambio, se lleva sólo a su tele para ver in situ las obras y explicar lo que haga falta en compañía del ingeniero municipal –que tuvo que abandonar por un rato sus bien retribuidos quehaceres públicos para vendernos la burra– y hasta los dos responsables de la empresa constructora, que puestos a regalar primicias lo hacemos a lo grande, qué coño.

En tales circunstancias, no está de más recordar que existe una polémica latente en España en la que los operadores privados de TV, sobre todo Tele 5 y Antena 3, exigen que las televisiones públicas reduzcan sus ingresos por publicidad y, en casos como La 2, dichos ingresos directamente desaparezcan. La razón es muy sencilla: en cualquier otro sector económico estaríamos hablando de un caso de competencia desleal de libro, ya que, frente a quienes sólo viven del mercado, las televisiones públicas tienen una doble vía de financiación (la publicidad y los presupuestos públicos, que además gestionan con la eficacia y la austeridad por todos conocidas). A poco que se le dé la vuelta al argumento, verán que con la recién nacida TV municipal nos encontramos ante un caso idéntico que seguro que nos dará para hablar largo y tendido en próximas semanas.

¿Y los señores políticos qué van a hacer al respecto? Pues nada, estimada señora. ¿Qué político va a renunciar a la posibilidad de controlar una televisión, ya sea ahora o en próximas legislaturas? Si no hay más que verlos a los pobrecitos, que les gusta más una cámara que a un tonto una tiza. Y si no me creen, hagan lo posible por ver alguna repetición del último pleno y fíjense en el bueno de Antonio Tortícolis Pastor, que se tiró todas y cada una de sus breves intervenciones mirando fijamente a cámara en lugar de a los ojos de los concejales que previamente habían puesto en tela de juicio algunas de sus actuaciones. Lo cual, todo sea dicho, no me parece nada mal, ya que puede abrir una puerta a la esperanza de los abnegados periodistas que tienen que aguantar 6 horas de pleno escuchando las mismas tonterías de siempre. Sres. responsables de TV Villena – M I. Ayuntamiento: ¿No creen que estarían prestando un verdadero servicio público retransmitiendo en directo los plenos? Pues venga, anímense y liberen a sus colegas de tener que tragarse todos los meses esos bodrios demagógicos y sin sentido.

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