Vida de perros

«Despacico» y buena letra

Para desesperación de un buen puñado de almas y en perjuicio de la salud de Villena, los acontecimientos relativos a los dichosos “Gés” se han sucedido paulatina y espaciadamente. Así ha sido al menos para quienes no participamos activamente en el conflicto (por exclusión, porque hay a quienes no les han faltado las ganas ni los motivos).
Algo así como lo que dura un parto se ha necesitado para que al fin las aguas comenzaran a llegar a su cauce. No digo con esto que respalde la decisión de la Sra. Lledó, pretendo más bien insinuar que estamos ante un final anunciado, que como el árbitro espera ese tropiezo del jugador al que tiene ojeriza, la pasada semana la cartulina roja encontró al fin un motivo explícito, tangible, coherente –suficiente por el momento– para salir del bolsillo.

La proporción de la medida del Equipo de Gobierno es adecuada a la progresión temporal de los “castigos” despachados: llamadas de atención, expulsión de las comisiones, reprimendas públicas, retirada de la autoridad de las firmas… Una escalada progresiva, seria y constante; tan metódica que merecería figurar como ejemplo. Debe ser otra cosa vista desde dentro, desde el otro lado, pero prefiero ahorrar imaginación y no entrar en ese espacio que siempre nos han vetado. Un espacio por cierto del que ahora comienzan a destaparse pequeños fragmentos. Pero esos trocitos, esas pequeñas escenas, esas frases cortas, esos minutos concretos que ustedes sacan ahora a la luz para nada menos que justificar su última y contundente medida, para nada menos que mostrar y demostrar que ustedes tienen razón puesto que a los hechos se remiten, esos recuerdos…, esos recuerdos suenan como bastonazos en el aire. Porque a nadie se le escapa que la memoria es selectiva, que los hechos del pasado cambian dependiendo de quien los recuerde. Los recuerdos son volubles y en ellos todo se deforma, se pueden agrandar o ablandar, oscurecer, amargar…

Por eso cuando usted cita alguno de sus recuerdos de alcaldesa para destapar alguna actitud o alguno de los desplantes que ha vivido con el otro “G” a mí me gustaría saber cuándo ocurrió y cuál es el recuerdo de esa “otra parte”. En cualquier caso, Sra. Lledó, diga usted lo que diga respecto a la posibilidad de reencuentro entre su equipo, me temo que la exposición pública de esos medidos ejemplos sobre “esa” parte de su equipo resulta un modo de “quemar las naves”. ¿Acaso cree que si hubiera reconciliación en su Equipo la ciudad miraría con los mismos ojos a quienes protagonizaron los hechos que usted relata? ¿Cómo cree que valoraríamos a esas personas que según sus palabras han faltado a sus obligaciones llegando al punto que ustedes han tenido que hacerse cargo de ellas?

Que el veto al “G” inicialmente mayoritario comenzara en “casa” durante el libre apoyo a uno de los candidatos provinciales da muestras de su poco entendimiento del pensamiento social. Si decía que la victoria de Ripoll o Fenoll, como la disparidad de opiniones al respecto del PP local, eran cuestiones internas que poco debían importar a la ciudadanía de a pie (porque al populacho qué más nos dará uno u otro mientras sea del Partido Popular), el actual Gobierno de Villena ha demostrado que sí es importante.

Tanto como para llegar al extremo de buscar la expulsión de quienes no están a tu lado, tanto como para arriesgar por ello tu puesto de responsabilidad, tu Concejalía. Queda clara entonces la importancia de “los conflictos internos de los partidos” y de las consecuencias para la ciudadanía (podríamos preguntar al respecto a las madrileñas/os afectadas por el eterno baile entre la Sra. Aguirre y el Sr. Gallardón).

De la comparecencia de la Sra. Lledó sobre el asunto me sorprende su entereza. Sé que una rozadura prolongada en una determinada parte del cuerpo acaba haciendo callo. Aún así no deja de asombrarme la firmeza con la que, al menos públicamente, comunicó la extrema decisión de Su Equipo; la hierática perorata donde sin decirlo nos dijo que prefería perder la mayoría absoluta antes que adoptar cualquier otra de las opciones posibles.

Otra de las grandes sorpresas que nos deparó aquel comunicado llegó cuando la Sra. Lledó mostró lo que a su criterio eran las pruebas concluyentes de la confianza que todo su Equipo había puesto en ella: su firma en un acta donde a modo personal se renunciaba al cargo que les sería adjudicado. Les diré, queridas personas, que todavía arrastro la estupefacción que me creó la imagen de aquellas cuatro líneas, ilegibles en mi televisor, bajo las que se apreciaban las firmas de cada concejal. Confieso que había oído hablar de empresas que obligan a quienes van a comenzar a trabajar con ellas a firmar el despido voluntario al mismo tiempo que firman el contrato de trabajo. Pero descubrir que tal extorsión también se lleva a cabo con las personas elegidas popularmente para representar a su ciudad, para responsabilizarse de los equipos de trabajo, de las instituciones de Villena, eso superó mis expectativas.

Desconozco si es un procedimiento generalizado, algo “normal” entre la clase política (prefiero dudarlo), pero en cualquier caso me acerca más a la reivindicación de las listas abiertas. Sea como sea, lo más inquietante fue presenciar el gesto de la Sra. Lledó mostrando las actas de renuncia en público y acercándolas a la cámara para que no quedara duda de su autenticidad. La humillación en muchas ocasiones apunta tanto a quien la recibe como a quien la practica.

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