Después del freno, la marcha atrás
Pues sí amigos lectores, llevábamos una época de parálisis en cuanto a avances y progresos pero ahora se avecinan años que el freno no es suficiente y se nos exige más: mayor velocidad pero con la marcha atrás, hasta el punto que los derechos conseguidos en los últimos treinta años los van a desplumar en tres meses. Antes, en situaciones de angustias y crisis las naciones recurrían a gobiernos de concentración y España tuvo su Pacto de la Moncloa en 1977. Frente a las incertidumbres cabía la posibilidad de que todos los partidos apostaran por el consenso y diseñaran una hoja de ruta conjunta para esquivar las dificultades.
Ahora los gobiernos pierden la legitimidad concedida por las urnas y son marionetas de misteriosos conjuros. La soberanía popular queda maniatada por un nuevo orden que impone a tecnócratas en el pilotaje de las naciones. Así ha sucedido en Grecia e Italia. Lukas Papademos, el nuevo líder griego sin ser votado, fue Gobernador del Banco de la Reserva Federal de Boston, exvicepresidente del Banco Central Europeo y miembro de la Comisión Trilateral, fundada por Rockefeller, cuyo ideario es adoctrinar a hombres de negocios para favorecer a la clase dominante; y exgobernador del Banco Central de Grecia.
En Italia es Mario Monti, tampoco electo, quien gobierna. Fue director europeo de la mencionada Comisión Trilateral; antiguo miembro del grupo Bilderberg, círculo poderoso y cerrado que toma decisiones influyentes y misteriosas, siendo famoso por sus teorías conspiratorias y secretas; y asesor de Goldman Sachs, potente banco conocido por sus especulativas operaciones financieras de las que ha obtenido dividendos insultantes y ha falseado las cuentas de déficit público de países como Grecia. Pues bien, tanto Papademos como Monti han sido socios del actual presidente del BCE, Mario Draghi, exdirector del Banco Mundial y vicepresidente en Europa de Goldman Sachs durante la época de las adulteraciones presupuestarias.
Perdónenme por tanto nombre raro y tan áspera descripción, pero es necesario señalar quiénes nos quitan los cuartos, porque es la Banca quien gobierna. ¿Saben lo que hicieron estos tunantes? Pues trazar un maquiavélico plan para hacerse dueños del mundo y controlarlo. Primero animan a grandes fortunas a invertir en productos subprime, es decir, productos basura con alto riesgo, y sus bancos conceden préstamos hipotecarios a personas o empresas de dudosa solvencia; pero al mismo tiempo apuestan por el fracaso de la inversión, subiendo los tipo de interés por ejemplo y asegurándose la vivienda o los bienes embargados por impagos, además de impedir la dación, por lo que el desahuciado debe seguir pagando de por vida.
Después crean inseguridades y alarma social por las pérdidas provocadas e intencionadas de la Bolsa, más tarde facilitan préstamos para rescatar a los sectores arruinados con el cálculo de que no los pueden devolver, extendiéndose el cebo a Administraciones Públicas, o sea, Estados; vamos, una especie de Plan Marshall que paga deuda a países endeudados pero sabiendo que no los pueden reembolsar. A partir de ahí ya conocen la mayoría de ustedes la historia. Los gobiernos, obligados a cumplir con sus obligaciones, inician un proceso de recortes sociales, privatizaciones, subida de impuestos y lo que es peor, dan vía libre al coto privado de las CEOEs correspondientes, que reclaman convenios a la baja, contratos precarios y despidos más baratos.
Estrategias estudiadas de estas sanguijuelas financieras con la complicidad de gobiernos débiles, más preocupados en cuadrarse al toque de corneta de los generales bancarios que de atender a sus propios ciudadanos. Poco importa la ciudadanía que vive, trabaja o supervive; no son relevantes sus demandas y necesidades. Tan sólo arrodillarse ante los que crearon la sinrazón, babeando con mayores ganancias en una carrera sin freno ni marcha atrás. Y ante esto, ¿qué? Nos quedará la movilización y el desplante. Al tiempo.