Vida de perros

Detrás de los aplausos (La Plaza)

Hay quienes apoyan la idea de que un conflicto, una confrontación, es el modo idóneo de mantenerse en forma: los sentidos alerta, los músculos en tensión, las ideas bullentes. En tal caso no cabe duda de que nuestra ciudad es una de las que mejor forma presenta. Y no seré yo quién lo ponga en duda, a los hechos me remito (algunos de tal antigüedad que podríamos llamarlos Historia, pero Historia presente e inacabada). Villena, digo, está en forma: con un tejido asociativo envidiable, movilizaciones ciudadanas que reaccionan ante cualquier movimiento en cero coma, partidos políticos siempre a la gresca, actividades culturales continuadas desde todos los frentes…
Y aún así hay quien dice (se atreve a decir) que Villena es una ciudad mortecina. Y si hay quien simplemente lo dice, también hay quien lo discurre. A mí, cuando escucho hablar de nuestra falta de vigor, me da por pensar que quizás es difícil crear, crecer e incluso disfrutar en periodo de “guerra”. Porque la guerra siempre supone un impasse en la vida cotidiana, y es difícil aplicar así en global el carpe diem, que no tanto en particular. Pero es una circunstancia que produce inestabilidad, y la inestabilidad produce inquietud, y la inquietud prudencia, y la prudencia falta de miras hacia el futuro. Quizás por eso haya quiénes digan que Villena está muerta, porque sin futuro no hay vida. Y no me vengan ahora a decirme que –tema inevitable– La Plaza es futuro, porque La Plaza se creó expresamente para el Presente (un Futuro Inmediato si lo prefieren). La Plaza no nació tan siquiera para acoger una programación taurina. No. Nos dijeron “vamos a hacer esto tan caro y bonito, y mirad todo lo que allí podremos hacer”. Cuando en realidad todo funciona a la inversa: “mirad todo lo que queremos hacer y para ello vamos a construir esto: más o menos caro y más o menos bonito”. O también: “necesitamos un espacio que dé cabida a todo aquello que dejamos en el aire al echar abajo el Pabellón Festero: conciertos, educación vial, presentaciones de comparsas, partidos de baloncesto…; por lo que su diseño y su mantenimiento deben ajustarse a nuestros recursos económicos y humanos…”.

En cambio, mucho hemos discutido de economía y de toros. Y seguiremos discutiendo. Discutiremos si son galgos o podencos, mezclaremos churras con merinas, y daremos mil vueltas a un edificio para que se adapte a las mil actividades para las que no ha sido concebido. Discutiremos eternamente, mientras envejecemos y morimos. Y ante tanta carencia de soluciones –digo reales, con cifras y letras: no fantásticas–, no cabe duda de que el plan del presente Equipo de gobierno parece resultar más exfoliador que expoliador. Y aunque menos vistoso, se asoma como práctico y costeable para nuestras arcas. Y si digo “se asoma” es porque por el momento también desconocemos sus cifras y sus letras.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba