Opinión

Divorciados

El próximo domingo se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género y ya esta misma semana en nuestra ciudad se han llevado a cabo algunas actividades relacionadas, por esta razón desde estas páginas nos gustaría hacer un homenaje a uno de los grandes logros por esta causa, en lo que a este país se refiere, el divorcio. La institución del divorcio es casi tan antigua como la del matrimonio, si bien muchas culturas no lo admitían por cuestiones religiosas o políticas. Hoy en día se puede tramitar en España hasta por Internet.
El divorcio es la disolución del matrimonio. En la mayoría de los países, el matrimonio es una unión entre dos o más personas, otros piensan que debe ser entre personas con distinto sexo, incluso algunos que debe darse entre personas que no hayan tenido nunca sexo. Siempre que oímos la palabra divorcio pensamos en algo negativo, en lo mal que lo pasan los hijos, en discusiones, riñas y, desgraciadamente en algunos casos, malos tratos, pero si lo pensamos bien lo deberíamos considerar como algo positivo, como un derecho contractual, es decir, como la libertad de decidir si continuar una relación o no y que ayuda a que el matrimonio deje de ser, obligatoriamente, en las alegrías y en las penas, para toda la vida. En los casos en los que hay niños tampoco tiene porque ser un factor negativo. Siempre depende de las causas del divorcio, pero seguro que, en una sociedad en la que ser hijo de padres separados, o divorciados, ya no es ser un bicho raro, el bienestar del niño es mejor si sus padres no se pasan todo el día discutiendo o, lo que puede ser incluso peor aún, que ni tan siquiera se hablen. La separación de bienes incluye también a los niños, con la diferencia de que a un niño no lo puedes partir ni venderlo y repartir el dinero. Cuando hay niños lo que en los padres es división de bienes en los niños es duplicación, y si no que se lo pregunten al niño del dibujo, aunque no es bueno todo lo que para el niño se multiplica, además de los regalos, se duplican las casas, los traslados, los castigos y demás.

Las causas de divorcio pueden ser varias, pero en la mayoría de los casos se trata de problemas de convivencia de ambos miembros. Dependiendo del país, es causa de divorcio el mutuo acuerdo, o mejor dicho, el desacuerdo –algunas parejas no se ponen de acuerdo ni para divorciarse–, la bigamia o en algunos casos poligamia, el adulterio, vulgarmente conocido como cuernos, cualquier delito de un cónyuge contra el otro, el abandono y por supuesto cualquier agresión física o psíquica. Dicen que la principal causa del divorcio es el matrimonio: si la gente se divorcia más también es porque se casan más, porque antes de divorciarse hay que casarse. ¿Cuál es la diferencia entonces? Que ahora no está tan mal visto, que jurídicamente es más rápido y sencillo, se tarda menos de seis meses, que ya no pasan tantos años para tomar la decisión, y ya no se sostiene lo insostenible a la espera del milagro tras el “te juro que voy a cambiar”.

Las disoluciones matrimoniales tienen cada vez más variadas razones. Antes, para divorciarse, había que declarar nulo un matrimonio. Ahora, después de divorciarse, lo anulan si se quieren volver a casar por la iglesia católica, y si no pues por el juzgado o en el propio ayuntamiento por cien euros. Algunos echarán la culpa a que las bodas por lo civil siempre acaban de nuevo en el juzgado, pero no hay tan siquiera una estadística al respecto y aunque la hubiera no tendría mucho sentido lógico. Con la nueva ley ha descendido el número de separaciones, a favor de los divorcios. Ahora una separación tiene poco sentido, antes lo hacían para no tener que soportarse y dejar a un lado el papeleo burocrático y judicial, aumentando al igual las nulidades matrimoniales aunque no en exceso, lo de que hasta la muerte os separe debería ir cambiándose por hasta que la muerte o la nulidad matrimonial os separe.

El tópico más común, es decir, el que se utiliza habitualmente en cine y televisión, es que la mujer deje al hombre, bien porque ya no le satisface, bien porque ha encontrado a otro que lo haga. También se dan casos, desgraciadamente los menos, de mujeres que abandonan a sus parejas porque se encuentran esclavizadas a él, en estos casos el miedo, y con razón, es lo único que les impide dar este paso. Como dijo Woody Allen, “algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida”.

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