Abandonad toda esperanza

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Abandonad toda esperanza, salmo 857º

Que se publiquen cómics que hacen de su historia y su industria el universo en el que ambientar su relato no es algo inhabitual: las obras autobiográficas en las que la labor de guionistas y/o dibujantes juega un papel destacado proliferan últimamente, e incluso algunas novelas gráficas echan la vista atrás y ofrecen lecciones de historia sobre determinados creadores y títulos del noveno arte. Todavía abundan más, por aquello de que su tradición es mucho más longeva, los cómics centrados en escritores, novelistas o poetas de diverso pelaje. Lo que sí es algo excepcional es que el medio decida poner el foco en la figura del editor, y ahora mismo coinciden en las librerías un par de obras centradas en sendos hombres que desarrollaron esta en ocasiones ingrata labor como un método de resistencia y oposición frente al poder institucional.

El editor Vicent Miquel Carceller y la portada de “La Traca” que acabó provocando su fusilamiento

El primero de estos títulos, que ya les adelanto tendré el placer de presentar en la librería alicantina Ateneo Cómics el próximo sábado 1 de junio por la tarde, es Carceller. La sátira frente a la intolerancia. Aunque también fue autor de forma ocasional, el valenciano Vicent Miquel Carceller ha pasado a la historia por su labor como el editor de la revista satírica y anticlerical La Traca y por su dramático final: detenido y encarcelado por la dictadura por publicar caricaturas que ridiculizaban a Franco, fue fusilado en junio de 1940 junto con Carlos Gómez Carrera ‘Bluff’, responsable de una célebre ilustración que se mofaba del dictador. Ahora, dos autores también valencianos le han dedicado un magnífico cómic biográfico a modo de homenaje a su figura a la vez que reivindicación de la sátira como instrumento político. De este modo lo plasma el también novelista Fernando Larrauri, que con una precisión y economía admirables resume en poco menos de cien páginas los treinta años de la prolífica carrera profesional de su protagonista, que se relacionó con lo más granado de la literatura y la ilustración de la época -especialmente, con su tocayo y paisano Vicente Blasco Ibáñez, muy presente en la obra que nos ocupa-; y que publicó más de cien cabeceras distintas (en castellano y en valenciano) que incluían, además de las publicaciones de corte satírico, revistas sobre el mundo del teatro, la tauromaquia e incluso magazines eróticos (o sicalípticos, como se consideraban entonces). Para ello, Larrauri cuenta con la inestimable colaboración de Juanfer Briones, dibujante al que muchos descubrimos con la muy recomendable La pitillera húngara y que aquí vuelve a hacer gala de su reconocible estilo, a medio camino entre las dos escuelas de la BD francobelga -la línea clara (y elegante) de Hergé o Jacobs y el estilo atómico (esto es, caricaturesco) de Franquin, Morris o Uderzo- pero sin acabar de mimetizar a ninguna de las dos y demostrando personalidad propia de forma muy patente. El resultado es un cómic espléndido que, insisto, en breve tendré el honor de presentar en sociedad junto a sus dos autores.

Dos páginas de “Feltrinelli”, con un magnífico arte de Nacho Nava

Mucho más conocido a nivel internacional fue Giangiacomo Feltrinelli, quien tal y como especifica el subtítulo de la obra que hoy les recomiendo ha sido considerado como “El editor que quiso cambiar el mundo”. Al contrario que Carceller, que era de origen humilde y apenas tenía estudios primarios, el italiano que fundó un imperio editorial hoy todavía en pie nació en el seno de una de las familias más ricas del país y siempre contó con la cultura al alcance de su mano. Pese a su posición acomodada, su profundo rechazo al fascismo impuesto por Mussolini y su anticapitalismo de raigambre marxista le llevaría a militar en el Partido Comunista Italiano (que más tarde abandonaría decepcionado). Ni que decir tiene que su activismo político, muy presente hasta el momento de una muerte prematura y todavía hoy rodeada de incógnitas, estuvo siempre ligado a su labor como editor, en la que jugaron papeles fundamentales el escritor ruso Boris Pasternak (de quien Feltrinelli se atrevió a publicar su Doctor Zhivago para escarnio de algunos); Giuseppe Tomasi di Lampedusa y su emblemática El gatopardo; o la dupla formada por los guerrilleros Fidel Castro y Ernesto ‘Che’ Guevara, con los que entabló una gran amistad y de quienes publicó algunos textos con su sello. De hecho, fue el propio Feltrinelli quien daría a conocer al mundo la célebre fotografía del Che que se convirtió en un emblema generacional y un icono inseparable de las revueltas estudiantiles del Mayo del 68. Todos estos sucesos y otros no tan populares del devenir vital de Feltrinelli aparecen recogidos en la novela gráfica que, curiosamente, le han dedicado tres autores españoles: los guionistas Guillermo Gracia y Aitor Iturriza y el dibujante Nacho Nava. Ellos han sido quienes se han encargado de convertir la experiencia personal y el legado profesional de este editor en un estupendo cómic en un contrastado blanco y negro con ocasionales apuntes de color cuya lectura resulta tan apasionante como lo fue la vida de su protagonista.

El editor Jérôme Lindon, ya fallecido, junto al escritor Jean Echenoz

Y aunque no es una novedad stricto sensu, no quiero dejar pasar la ocasión de recomendar un librito que de forma injusta pasó algo desapercibido en el momento de su publicación: en Jérôme Lindon. El autor y su editor, el escritor francés Jean Echenoz dedica un texto breve pero enjundioso a glosar su relación profesional a lo largo de veinte años con Jérôme Lindon, quien a principios de 1979 y tras varias negativas de sus colegas, acepta publicar en Les Éditions de Minuit la primera novela del autor: El meridiano de Greenwich. Escrito tras el fallecimiento de Lindon como un sentido homenaje por parte de Echenoz y publicado por estos lares una década atrás, hace tres años era recuperado por Nórdica con una nueva traducción y una cubierta con ilustración a cargo del autor de cómics Paco Roca. Si lo encuentran (quizá tengan que esforzarse un poco: es un librito de menos de setenta páginas que no destacará en los anaqueles de las librerías), y les interesa conocer de primera mano lo que es (o debiera ser) la figura de un editor, no lo dejen pasar. En cuanto a Carceller y Feltrinelli, tres cuartos de lo mismo.

PS.- Y volviendo a Carceller: si la lectura del cómic de Larrauri y Briones les abre el apetito y quieren saber más acerca de este escritor y periodista valenciano, busquen el volumen Carceller. El éxito trágico del editor de “La Traca”, escrito por Antonio Laguna Platero y publicado por El Nadir. No será fácil, pues me consta que está agotado, pero les aseguro que es un libro que bien vale el esfuerzo.

Carceller. La sátira frente a la intolerancia, Feltrinelli y Jérôme Lindon. El autor y su editor están editados por Desfiladero, Altamarea y Nórdica respectivamente.

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