Educación, cultura y Bert
Tendré que decirles que han sido motivadores los comentarios recibidos tanto en los foros de Epdv como en Facebook y Twitter, relacionados no tanto con la reflexión inserta en la pasada columna como con la introducción del objeto Biban; hiriente, como bien dicen ustedes, queridas personas, con solo verlo. Pero cada vez más utilizado en las redes sociales como reprobación a los recortes en materia educativa primero y a la imposición de la reforma LOMCE después. Escribimos ¡Biba! satirizando el nivel educativo al que vamos a llevar a las generaciones futuras. Y lo escribimos así para llamar la atención a ustedes y al ministro Bert nadie dice güert, ¿será porque adoptamos la pronunciación teutona de la uve doble?.
Y mientras Bert triunfa en materia educativa vamos recibiendo los resultados de la subida del IVA. Y si terribles son en materia de alimentación, restando productos de nuestras cestas de la compra, catastróficos son los ocho puntos sumados al producto cultural. Los teatros, por ejemplo, pierden cientos de miles de butacas y en consecuencia un tres por ciento de su recaudación en este primer trimestre. Cifras que nuestro actual Gobierno ha valorado desfavorablemente con la boca pequeña, porque pese a la subida no se recauda más y porque la tendencia es negativa. Eso teniendo solo en cuenta que todavía se recaudará menos: sin pensar en que vamos camino de una desertización cultural cada vez más evidente que nos conduce a uno de los mayores y pronosticados ridículos: poseer fantásticos teatros y maravillosos museos y mantenerlos cerrados (suena a la estrategia de cierto aeropuerto, ¿verdad?). Vamos, lo de comprar un Ferrari y no tener dinero para gasolina. Aunque ese no es el mayor problema, el mayor es el coste social, el del crecimiento social y cultural de nuestra sociedad. Problema que poco parece importarle a Bert, quien con su licencia para crear cortinas de humo se empeña en dejarnos uno de esos legados que aparecen en toda crisis: uno que desprecia su propio sentido de ser: la educación, la cultura
Al final, cuando imaginas el futuro, ves a millones de personas metidas en sus casas, chupando palos de regaliz en el mejor de los casos y viendo los concursos televisivos que se programan entre interminables bloques publicitarios donde se anuncian cosas que no podemos permitirnos. Eso sí, entre mirada y mirada al cajón de mierda, los dedos se mueven hábilmente por la pantalla de los smartphones, saturados por el uso del auto corrector. Bert tiene carta blanca y desgraciadamente hay muchas almas interesadas en bailarle el agua: en la desgracia siempre hay quien sabe sacar provecho sin importarle ni qué ocurre a su alrededor ni lo que sucederá pasado mañana. Y no estoy hablando de nadie en concreto, de momento, pero al final sabremos quienes son y qué bien han vivido a costa de nuestra miseria. ¡Biba Bert!