Me pillan con el tiempo justo, si son de los que leen estas líneas al poco de publicarse, para avisarles de que mañana sábado 23 participaré -con el doble cometido de conferenciante y jurado- en la nueva edición de Torrerífico, el Festival de Cine de Terror de Torrevieja, que como cada año incluye una selección de cortometrajes a concurso que han de cumplir con tres requisitos: el más llamativo, haber sido grabados con la cámara de un teléfono móvil; los otros dos son que su duración no debe exceder los cinco minutos y que, lógicamente, han de pertenecer a la temática que protagoniza el evento.
No es la primera vez que acudo a Torrerífico: ya tuve el honor de participar en este festival hace un par de ediciones con una charla sobre la maravillosa La bruja. En esta ocasión, quien firma estas líneas será el encargado de inaugurar la jornada con una conferencia que precederá a la proyección de los cortos dentro y fuera de competición, y que se centrará en el cine de terror estrenado en 1960. ¿Por qué este año en concreto? Pues, sencillamente, porque jamás se ha dado una cosecha tan productiva dentro de la historia del género. Para empezar, el cine de terror gótico que se venía realizando desde los años treinta alcanza entonces su culmen con tres películas de latitudes bien distintas: La caída de la casa Usher, Las novias de Drácula y La máscara del demonio. El estadounidense Roger Corman inauguró su ciclo de adaptaciones de Edgar Allan Poe con la primera, que quizá no solo sea la mejor de dicho ciclo, sino también el más superlativo acercamiento del cine a la obra del autor de El cuervo. Por su parte, y a pesar de la ausencia de Christopher Lee y de su personaje más mítico (por más que se le cite en el título), Las novias de Drácula es una obra maestra absoluta de la Hammer Films a cargo del mejor realizador de entre todos los que estuvieron en la nómina de la productora británica: Terence Fisher. Finalmente, La máscara del demonio supuso el debut en la dirección del italiano Mario Bava, un cineasta genial sin el cual no solo no podría entenderse en toda su magnitud el gótico europeo, sino que el giallo (el cine de horror italiano centrado en asesinos en serie y crímenes truculentos) tampoco sería lo que es hoy, y probablemente el Alien de Ridley Scott ni siquiera existiría.
Pero es que, además de estas tres cintas que continuaban una tradición perfectamente codificada, se estrenaron otros tres títulos que supusieron el arranque de lo que podríamos considerar como el “terror moderno” precediendo a otros hitos del género como La noche de los muertos vivientes, La matanza de Texas o La noche de Halloween: me refiero a Los ojos sin rostro, Peeping Tom y Psicosis. La primera, una filigrana poética del francés Georges Franju, se adelantó a su tiempo y fusionó belleza plástica y horror extremo como no se había visto hasta la fecha en una pantalla de cine. Por su parte, el británico Michael Powell demostró mantener intacta su maestría tras la cámara después de separarse de su colaborador habitual Emeric Pressburger con la cinta que aquí se tituló El fotógrafo del pánico, y que es una de las más complejas reflexiones sobre la relación entre la mirada y la muerte que nos ha ofrecido el séptimo arte a lo largo de su siglo y pico de existencia. Y qué decir de Psicosis, quizá la más grande obra maestra parida por Alfred Hitchcock (con permiso de Encadenados, La sombra de una duda, Vertigo o Los pájaros... casi nada), y que para el que esto firma es nada más y nada menos que el film bisagra que divide en dos la historia del cine, sea este del género que sea.
Y todavía hay más, porque el cine fantástico y de terror dio mucho de sí en aquel glorioso 1960. Pero si les interesa, tendrán que acudir al evento para descubrirlo de primera mano. Dicho esto, aprovecho la ocasión para recomendarles un par de libros sobre el tema: el primero, el reciente Abecedario del horror, subtitulado “Personajes y mitos clásicos del cine de terror”, es un recorrido alfabético por algunos de los iconos incontestables del género -del Asesino al Zombi pasando por el citado Drácula, el Licántropo, el Niño maligno, Satanás o la Vivienda encantada-; un libro muy bien escrito por parte de sus cinco autores, que arranca precisamente con una fotografía de Anthony Perkins como Norman Bates en Psicosis, y que se lee con sumo interés. El otro volumen que quiero recomendarles es El cine de terror. Una introducción; ya un clásico de la bibliografía cinematográfica nacional, editado por Paidós a comienzos de los noventa, y en cuya lectura de entonces -siendo yo adolescente- puede hallarse una de las principales razones de que yo esté hablando y escribiendo de cine a estas alturas. Por tanto, desde aquí quiero dar las gracias a su autor, Carlos Losilla, por habernos enseñado a tantos el camino a seguir.
PS.- Unas horas después de entregar esta columna a EPDV, la organización de Torrerífico me informa de que la jornada del sábado se suspende y el evento se pospone a febrero del año próximo.
Torrerífico se celebra el 23 de noviembre de 2019 a partir de las 19.00 horas en el Palacio de la Música de Torrevieja; Abecedario del horror está editado por Calamar.