El barril a 100 dólares
Una de las ventajas que le estoy encontrando a mi nuevo vecino es lo que aprendo de él. No es que sea un hombre de muchas palabras, pero cuando habla vale la pena escucharlo. Normalmente no nos solemos cruzar por la escalera, sale muy temprano de su casa y vuelve muy tarde seguramente.
El otro día me lo encontré en el portal, y como me vio tan cargada de bolsas, se apresuró a ayudarme. Cada vez que subo la escalera me acuerdo de la familia de mi vecino el del primero, culpable de que no tengamos ascensor. Pero bueno, a lo que iba: Una vez llegamos al rellano de mi piso, por darle algo de conversación al muchacho, empecé a quejarme de los precios de todo, porque la verdad es que vas a la compra y parece que estén manteniendo los mismos precios que en Navidad: el pollo, la leche, la verdura y la fruta por las nubes. Y miren ustedes por dónde, me explicó que todas estas subidas que están teniendo los precios se deben a que el precio del barril de petróleo está a cien dólares. Ingenua de mí le dije que sí, que la gasolina también había subido mucho, pero que yo donde más lo notaba era en la compra que hacía en el súper; enseguida me aclaró que el precio del petróleo lo condiciona todo, porque si a los agricultores les sube el precio del combustible tienen más gastos, los camiones que transportan la comida hasta el súper también tienen que subir sus precios porque llenar el depósito de gasoil cuesta ahora mucho más de lo que costaba hace cinco años y que todo esto al final lo acabamos pagando en lo que comemos.
Me dejó pálida mi vecino, porque yo de todas estas cosas no tenía ni idea. Cuando escuchaba en la tele que subía el precio del petróleo en lo único que pensaba es que cuando llenara el depósito del coche, una vez al mes o más, me costaría más caro. Pero de ahí a pensar que cuando sube el petróleo sube todo, es pensar mucho. Como me vio tan interesada en la conversación, continuó diciéndome que quienes lo pasan realmente mal con estas subidas son los países pobres que no tienen recursos, y que se los tienen que llevar de fuera porque todo les cuesta todavía más caro que a nosotros. En ese momento yo metí la pata, porque le dije que la mayoría de los países pobres tienen petróleo y que por tanto les saldría gratis, a lo que él me contesto muy amablemente que sí, que una buena parte de los países pobres tienen petróleo, pero que no lo sacan ellos de la tierra. Normalmente quienes sacan el petróleo son empresas de América y de Europa que pagan cuatro chavos a la gente que lo saca y se forran vendiéndolo a los países ricos. Ya me parecía a mí que no tenía mucho sentido que toda esa pobre gente que se viene en patera para nuestro país no se quedara en su pueblo a sacar el petróleo y a vivir dignamente.
Y todo esto que les estoy contando me dijo que se llama Macroeconomía, un palabro que no me dio tiempo a que me lo explicara, porque enseguida apareció por la escalera mi vecina la del segundo, que nos interrumpió contándonos que en la Plaza de Toros habían aparecido por lo menos seiscientos gatos cuando iban a derribar los corrales.