El Belén se quedó sin luz
Ahora que son días de regresos, de compartir días entrañables con las raíces de las tierras nativas y las familias que nos alimentaron en su seno, ahora que la gente vuelve a casa por Navidad para abrazarse y recordar, ahora que retornan los que se fueron, ahora precisamente que los besos se necesitan más que nunca
hay hogares sin luz, casas desconectadas de energía, techos y tabiques fríos como el hielo, huérfanos de calor térmico y de calidez solidaria, viviendas ocupadas por propietarios precarios que han sido absorbidas por esa terrorífica espiral denominada Pobreza Energética.
Están contabilizados tres millones de hogares españoles en esta nueva terminología, tres millones de familias que apenas pueden ya, entre desempleos sin prestaciones sociales, elevados impuestos y tarifazos eléctricos, permitirse el lujo de mantener un contador de luz. Porque lo que antes era una elemental necesidad, ahora,¡ se ha convertido en un auténtico capricho: la energía eléctrica. Vivimos ya en un mundo que quien la pueda pagar tendrá el servicio, quienes no, condenados a convivir con el apagón, retrocediendo a las épocas de oscuridad y rescatando los sabañones, inflamaciones desatadas por el frío de las que hoy no se acuerda nadie.
Estamos finalizando el año y el curso pasado ya se censó, hasta un 8%, a los españoles que se les cortó la luz por problemas de impago, cerrándose el suministro a 1.400.000 hogares. A este fenómeno social y económico se le adjudican tres causas principales: 1- Menores ingresos de las familias, por pérdida de empleo y disminución del poder adquisitivo. 2- Envejecimiento de las viviendas, cuyo mantenimiento requiere continuas inversiones. 3- Aumento desproporcionado de las tarifas, ya sean a través de impuestos o mediante las facturas correspondientes.
La semana pasada IU, a través de Izquierda Plural, interpuso una propuesta en el Parlamento para evitar el corte de suministro eléctrico a aquellas familias que no podían hacer frente a los pagos exigidos. La petición era urgente, pues de todos es sabido que no sólo es la carencia de luz eléctrica el problema verdadero, sino la ausencia de calefacción. Toda la oposición votó a favor de la moción, excepto el PP. Los populares, en su acostumbrado autismo, rechazaron la idea porque aseguran que tienen en mente la elaboración de un proyecto que dé solución a este dilema tan lamentable y social.
Pero llegarán tarde, porque, como denuncia IU, la próxima oportunidad para abordar de nuevo la cuestión será en febrero; y los muertos de frío tardarán dos meses más sin saber si serán nuevos sin techo o la Administración les echará un cable, siendo necesario no olvidar que en asuntos de cuerda muchos de los desenganchados eléctricos pagaron durante años sus obligados impuestos y sus religiosos pagamentos.
Hoy el 95% de la energía eléctrica que se consume es nuestro país la controlan cinco empresas, por lo que se puede asegurar que es un negocio oligárquico al organizarse como monopolio, no teniendo más competencia en el mercado. Abusos como la amenaza de subir un 11% la tarifa en enero los han hecho siempre, pero un once por ciento canta mucho, sobre todo después de haber subido en cuatro años un 75%. Manos mal que alguien ha denunciado que la Subasta estaba manipulada y las subidas infladas. Hora es de que el Estado ponga freno a tanta barbaridad.
Defienden las eléctricas que España les adeuda 20.000 millones de euros, pues en su día apostaron por unas energías renovables que no han potenciado ni desarrollado. Es verdad, pero también es cierto que una instalación solar doméstica necesita de una inversión mínima de 1.600 por cada Kw, cargando de nuevo las eléctricas exagerados peajes a los propietarios por consumir la propia energía que generan y que invierten.
No solicito la nacionalización del mercado eléctrico, pero sí una libre competencia. Sin olvidar que los ciudadanos son más importantes que los sueldos de los Consejos de Administración, colmados de exministros.