Abandonad toda esperanza

El corazón de la aventura

Abandonad toda esperanza, salmo 564º
Pues sí, por fin pude ver Z, la ciudad perdida, no sin tener que sortear antes una serie de contratiempos que vienen muy a cuenta de lo que relata el film: la odisea de Percy Fawcett, teniente coronel del ejército británico reconvertido en arqueólogo que a comienzos del siglo pasado desapareció en la selva inexplorada de Brasil mientras trataba de localizar por enésima vez la civilización que llamó Z, y que podría haberse tratado de la mítica ciudad de El Dorado. En el film, Charlie Hunnam es el encargado final de interpretar a Fawcett, Robert Pattinson da vida a su fiel compañero de fatigas Henry Costin, y Sienna Miller ejerce de la esposa del primero; y está basado en el libro homónimo de David Grann, reportero del The New Yorker que viajó en pos de las huellas de Fawcett hasta recopilar una historia oral de los que pudieron ser sus últimos días.

No es de extrañar que el realizador del film, James Gray, se interesara por un personaje como Fawcett, pues su carrera en Hollywood no desmerece en demasía las peripecias del explorador inglés: su propósito de rodar solo aquello que le interese de verdad y su negativa a dirigir secuelas, remakes y demás le ha supuesto que apenas estrene seis películas en casi un cuarto de siglo. Eso sí: son seis películas que merecen la pena verse todas, y que conforman una de las obras más coherentes y admirables del cine contemporáneo. Vale la pena que hagamos un breve repaso de la misma: sus tres primeros trabajos -Cuestión de sangre, La otra cara del crimen y La noche es nuestra- se inscriben en el género del neonoir, y cada uno es mejor que el anterior. Después, Gray decide cambiar de registro y se descuelga con dos dramas centrados en sendos triángulos amorosos: el relato contemporáneo Two Lovers y el histórico El sueño de Ellis, y que quizá supongan el punto más alto y más bajo de su filmografía respectivamente (sin que ello signifique que este último sea un producto desdeñable). Tras estos cinco títulos, los retrasos y problemas a los que se ve sometido su nuevo proyecto (entre ellos el abandono de la estrella del film, Brad Pitt, que queda relegado a productor ejecutivo) y la dirección de un episodio ocasional amenazaban con convertirlo en el penúltimo gran cineasta degradado a realizador televisivo (como el gran John Dahl, que pasó de dirigir estupendo cine negro en los noventa a capítulos de Dexter, Justified o Ray Donovan en los últimos tiempos).

Afortunadamente, Z, la ciudad perdida ha visto por fin la luz y no ha defraudado pese a las altísimas expectativas que había generado, renovando de paso el interés por esta figura histórica que inspiró a sus amigos escritores H. Rider Haggard y Arthur Conan Doyle y que influyó en Steven Spielberg y George Lucas a la hora de crear al popular Indiana Jones. Quizá sea por todo ello que lo que más se ha dicho de ella es que es "una película de aventuras como las de antes", y me permitirán que discrepe... Salvo que con "de antes" no se refieran a lo mismo que me referiría yo: al cine de aventuras del Hollywood clásico; el de Raoul Walsh, Howard Hawks, John Huston o artesanos como Richard Thorpe o Henry King. Porque el cine cuyas huellas pueden rastrearse en el film que nos ocupa es el de, sobre todo, Werner Herzog; y películas como Aguirre, la cólera de Dios, Fitzcarraldo o Cobra Verde están muy lejos de ser películas "como las de antes" y se sumergen decididamente en las aguas de la modernidad. No obstante, es de justicia señalar otras muestras contemporáneas del cine de aventuras que Gray podría haber tenido en cuenta: es el caso de El Dorado de Carlos Saura (superproducción que en su momento fue la película más cara y ambiciosa del cine español), Las montañas de la luna o la reinvidicable Los demonios de la noche; todas ellas basadas también en episodios históricos. Pero Z, la ciudad perdida es heredera sobre todo -además de Herzog- de Malick, del Spielberg de los últimos lustros, de Visconti (directamente o vía Scorsese) o incluso de Coppola, tanto de la elegancia de El Padrino y Drácula como muy especialmente de Apocalypse Now. Este último, un film (anti)bélico (y alguna cosa más) que cada día que pasa se consolida -además de como una de las cuatro o cinco películas favoritas del que esto firma- como uno de los títulos más influyentes de la historia del cine: que sin ella filmes recientes como Silencio, La cura del bienestar o esta misma Z, la ciudad perdida serían muy distintos se me antoja indiscutible.

Y ya que hablamos del film de Coppola, aprovecho para comentarles que acaba de publicarse una edición ilustrada de El corazón de las tinieblas, la novela de Joseph Conrad en la que aquella se basó libremente y que leí con gran delectación en mi etapa de estudiante universitario. Volver hoy a ella de la mano del mexicano Sergio Pitol (responsable de la traducción y firmante del prólogo) y el argentino Enrique Breccia (autor de las ilustraciones) es una gozada que la editorial Libros del Zorro Rojo pone al alcance del lector. Hijo del mítico Alberto, Breccia es un artista descomunal al que tuve la suerte de tratar personalmente en su visita a la edición de 2008 de Unicómic (¿ya ha pasado casi una década de aquello?), y que ha dibujado cómics tan espléndidos como Alvar Mayor, escrito por el malogrado Carlos Trillo y un título fundamental de la historieta de aventuras (y que están tardando en leer si no lo han hecho ya). Pero no menos brillante resulta su faceta de ilustrador de textos literarios, y después de acompañar a los relatos de Lovecraft, su compatriota Cortázar o ese otro clásico indiscutible de la narrativa de aventuras que es Jack London, reintepreta ahora el viaje iniciático de Marlow (Willard en el film) en pos del (supuestamente) desquiciado Kurtz siguiendo el curso del río Congo. Un periplo, el de Conrad (y Breccia), de tintes homéricos donde el ser humano y la naturaleza se enfrentan en condiciones desiguales de una forma muy parecida a la que refleja la última película de James Gray, de la que no me cabe duda que no solo estará entre lo mejor del presente año, sino que es ya por méritos propios un título fundamental del cine de aventuras. Ahora queda ver si Gray, siguiendo la estela de Kubrick o de su coetáneo Christopher Nolan, sale victorioso de su al parecer nuevo empeño en cambiar de género constantemente: anuncia que su próximo film será otro viaje inolvidable, aunque ahora en el marco de la ciencia ficción, y esta vez sí protagonizado por Brad Pitt... si la estrella no vuelve a cambiar de idea y se va de aventura con otro.

Z, la ciudad perdida se proyecta en cines de toda España; El corazón de las tinieblas está editado por Libros del Zorro Rojo.

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