El debate
Así que al final a mediodía, apenas unos metros hasta llegar a la puerta de casa, decidí: no voy a ver el debate. No voy a ver el Debate entre los Dos candidatos. Y eso que llevo ya una semana escuchando en las radios la importancia del Debate, las ocasiones en que se ha realizado, la buena labor de Campo Vidal. Incluso escuchando y leyendo que esta vez va a ser distinto, que casi intervienen más partidos políticos, que se pueden interrumpir, que esta vez será más Democrático, que se puede participar desde las Redes Sociales
Pero en ocasiones uno no dispone de sí mismo, Punset argumentaba que la toma de decisiones tiene más que ver con los sentimientos, la emoción, el instinto, que con la racionalidad. Así que no vi el Debate.
Tampoco sería grave aunque lo fuera, no ver el Debate, puesto que a lo largo de la semana por uno u otro medio nos vamos a hartar de escuchar como lo analizan, o lo tergiversan, o lo descuartizan, o lo frivolizan. Deseando estoy escuchar a la Otero preguntar a su colaborador radiofónico por las posiciones de las manos, el color de las corbatas, los gestos de los candidatos (y ella no es susceptible de tópicos). O ver el telediario de Hilario Pino mostrando gráficas sobre la duración e intensidad de las réplicas. O leer en tono de ganador aunque buen perdedor, la actuación de algún candidato. Vamos, que envidio a esas queridas personas que son ajenas a esta situación, a las que lo son porque saben lo que quieren, o porque no están dispuestas a entrar a un juego, un espectáculo, un circo, cuyo resultado influye sobre el Gobierno de nuestro país. Y lo digo sin acritud, como si no supiera, como si encima no se cacareara sobre las actitudes, la estrategia, la imagen, que los candidatos preparan con fines únicamente estilísticos, publicitarios, técnicas de charlatán ambulante.
En cambio el viernes me acerqué a la presentación de la nueva formación de Izquierda Unida en Villena. Quizás porque me alegré de que volvieran a la disputa. Porque me gusta que existan partes que puedan proponer otros caminos, y poder escucharlos, y poder valorarlos, y desear que se puedan valorar como una opción más entre las propuestas de los grandes partidos. Y que se estime o se desestime. Pero que se tenga en cuenta. Porque es otra aportación más, una idea más, para salir del hoyo, o simplemente para caminar a lo largo del presente y el futuro de nuestro país. Igual que el en caso de IU hay otras muchas opciones representando a miles de personas cada una, cuyas voces suman ideas al cerebro común. Y quizás alguna de ellas, aunque fuera como una idea peregrina, ayudaría a encender otra luz en la oscuridad.