El Director
Ya lo sé, señor director, no hace falta que me lo diga más veces. Que sí, que sí, que soy consciente de que después es a usted a quien le marean la cabeza y le vienen con el cuento de que si yo soy una borde, de que si soy un hombre, de que si soy tal, o soy Pascual. Pero usted debe comprender también que lo he tenido en la punta de la lengua muchas veces y no lo he dicho, pero ahora que es alcaldesa no me voy a reprimir y lo voy a contar tal cual fue.
Esto que les contaba arriba no fue más que una conversación telefónica de tantas que mantengo con el director de este periódico, que tiene la santa paciencia no sólo de aguantar mis columnas, sino de echarles el último vistazo por si le he metido alguna gamba, y de aguantarme unas cuantas llamadas a lo largo de la semana.
Que se me agotan las ideas, que no sé si hablo de esto o estará ya muy pasado, que si no será mejor que le dedique una columna a Segolene Royal, mi ídolo político, o si se la dedico a mi otro ídolo, Celia Tacher.
Así lo llevo todas las semanas, y por eso he querido dedicarle expresamente esta columna con la que voy a cerrar una serie, para comenzar otra en cuanto vuelva de las vacaciones. Porque me voy a tomar unas pequeñas vacaciones; seguro que se me ocurren un montón de cosas, pero en Bellreguard, que es donde mi marido ha alquilado el apartamento, no sé si podré escribir y a lo mejor tampoco me apetece mucho, porque la playa tira mucho, y para hablarles a ustedes de los bikinis, de los bronceadores o de mis vecinos madrileños, pues no sé si vale la pena. Lo que está claro es que me tocan unos madrileños de vecinos, seguro. No he tenido unas vacaciones en las que en los apartamentos no me hayan tocado una familia de madrileños, los he tenido de todos los sitios, de Alcorcón, de Móstoles, de Leganés, de Ciempozuelos, de Parla, de Pinto y seguro que de algún pueblo de Madrid más que ahora no me acuerdo. Son buena gente los madrileños en general, y ahora, después de las últimas elecciones, cada vez se parecen más a nosotros, los de la Comunidad Valenciana. Se ve que de tanto venir a aquí a Valencia y Alicante a veranear se les ha pegado algo. O a lo mejor se nos ha pegado a nosotros algo de ellos, nunca se sabe.
En fin, que no estoy muy segura de poder cumplir con el compromiso que tengo con este Director, y para no abusar de su paciencia, para no estresarlo más de lo que está, para que no llegue el jueves por la mañana y me infle a mensajes en el móvil, prefiero pedirle unas vacaciones que nos van a venir bien a los dos. Mejor dicho, a mí me van a venir mejor que a él. Pero luego él se irá en Fiestas de vacaciones y yo me quedaré aquí en Villena a aguantarlas. Pero qué le voy a hacer si en mi casa todos quieren Fiestas menos yo. Bueno, que tengáis un buen verano. Y nos vemos en unas semanas, en cuanto vuelva de la playa. Un beso.