El Diván del Desencanto
Verán ustedes que el artículo de esta semana coincide con el titular de la columna y no es casualidad. Me he permitido una licencia y publicito mi blog, que se llama así: El Diván del Desencanto. Y aunque pueda parecerlo no es lo mismo el título de esta sección que mi blog personal. Ocurre que este mes de octubre, que languidece, es el primer aniversario del Diván, el del blog. Mientras en el EPdV me ocupo de asuntos políticos locales, nacionales o de diversa índole, en el blog me recupero a mí mismo y contiene un aire más intimista, mucho más personal y donde doy rienda suelta a las reflexiones y a los sentimientos.
Si el periódico me proporciona obligación, presión y una mayor responsabilidad, el blog me relaja y me satisface, si cabe, más. La ingrata política deja paso a los sueños, a las utopías, al concepto de amistad, a las hijas que abandonan el nido, a los amores imposibles, a la pareja, a los besos, a la mirada, a la duda, a los amantes, a la disculpa, al desengaño, a la soledad, a los abrazos, a los celos, a la vida, a la muerte, a los valores perdidos, a la desesperanza y
, a la esperanza; y todo en retazos breves a través de textos personales acompañados con un tema musical. El Diván me sirve de terapia y el Desencanto de esperanza.
El formato del blog se inspira en unos programas de radio que hice a finales de los años ochenta. Años aquellos que Villena podía presumir de su emisora radiofónica pirata, Radio Res, donde un grupo de jóvenes entregábamos tiempo y energía para abastecer a la audiencia de folk, música clásica, pop, country, jazz, blues, rock, cantautores y entrevistas a personajes peculiares. El coordinador de la idea y quien cedió el local fue el inolvidable Paco Mira, pero aquello duró un año porque los sueños, sin dinero, sin publicidad, sin medios técnicos y sin profesionalidad alguna tenían los días contados.
El programa que me correspondía llevaba por título Los Secretos de la Noche y no era más que lo que hoy es el blog: textos cotidianos sobre la vida que vivimos y sobrevivimos, escritos a mano en manuscritos que aún conservo y con la música que seleccionaba, con la colaboración de mi hermano Dióscoro y que se pinchaba en directo, eso sí, en vinilo. Desaparecida Radio Res llevé el mismo programa a Radio Villena, Cadena Ser, por gentileza de Isidro Hernández. Cada viernes por la noche se emitía en antena y con la música previamente elegida.
Por supuesto que no cobré una peseta ni de Radio Res, éramos amateurs, ni de la Cadena Ser, ni la daban ni la pedí; pero me satisfizo tanto que, pasados los años y con los nuevos medios informáticos, mis hijas me animaron a recuperar y reinventar ese viejo formato de texto y música, me crearon ese ventanal en el ordenador y me diseñaron el blog. Sólo faltaba ponerle título y escribir. Lo del Diván es porque casi todos necesitamos reflexionar de vez en cuando, respecto al Desencanto, no estando de vuelta de nada, he vivido lo suficiente como para seguir insatisfecho, aunque todavía no he perdido ninguna esperanza.
Así que aquí les presento, por pleitesía de EPdV, mi personal blog. Agradezco desde estas líneas a Mateo Marco por apadrinarme El Diván, también desde estas páginas y en una de sus columnas. Doy las gracias a los que asiduamente o de vez en cuando se asoman por este espacio y sólo me queda animarles a que, si conservan los sentimientos a flor de piel y les complace la ternura, visiten el blog. Allí no encontrarán al columnista, conocerán a un servidor. Era el primer aniversario y quería compartirlo. Salud y abrazos.