El enigma sagrado
Ni la Semana Santa ni la Pascua de Resurrección son lo que eran. En realidad nada es lo que era, excepto los políticos que continúan siendo como siempre han sido. Estos días se han convertido en un oasis dentro el furor productivo en el que andamos pringados, y el ocio siempre es saludable para el trabajador afanoso. Unos salen de viaje, otros se quedan. Unos descansan y otros se cansan. Unos leen y otros contemplan. Cada uno lo que prefiera. Por desgracia opté por la lectura de un libro maldito que jamás tuve que haber leído. Un libro del que me habló Miguel Soler, advirtiéndome lo que iba a encontrar. En realidad leí El Enigma Sagrado hace unas semanas y durante estas vacaciones lo he releído y analizado algunos aspectos para tratar de sobrevivir. Reconozco que me ha dejado hecho trizas.
Son muchos los libros que nos muestran aspectos inconfesables de la Iglesia Católica. Quiero decir que en la actualidad se están editando uno tras otro ejemplares que nos muestran aspectos ocultos de la Iglesia Católica actual, que se remontan casi a su mismo nacimiento. Sólo faltaba la aparición del capellán de ETA. Títulos como El Código Da Vinci, La Hermandad de la Sábana Santa, Los pilares de la Tierra, El Último Catón, La cena secreta
que no dejan de ser unas interesantes hipótesis enmarcadas en unas novelas con entretenidos relatos. Una moda interesante. Estoy convencido que ninguno de ellos habrá conseguido tambalear la Fe de nadie, salvo con las pertinentes excepciones.
Sin embargo, en El Enigma Sagrado los autores nos presentan un documento con carácter de tesis doctoral y con una mayoría de las conclusiones completamente razonables desde el punto de vista histórico y científico. Partiendo de la historia sobre Rennes-le-Chateau, nos adentran en un profundo estudio de los evangelios reconocidos por la Santa Sede y por otros que fueron depurados al comienzo, en el momento mismo en que el emperador Constantino se apodera del Cristianismo. Esta premisa ya es crucial a la hora de juzgar el resto de la investigación, pues rompe de plano con el tradicional mensaje que rezaba sobre la conversión de Roma.
Baigent, Leigh y Lincoln nos van mostrando como desde el punto de vista de un diario todas las sorpresas que van encontrando en el camino. Analizan la vida de Jesús desde fuentes cercanas y comparándolas con los datos que se tienen de otros personajes coetáneos, lo que les permite afirmar lo que afirman sobre su relación con María de Betania, la hermana de Lázaro, o sobre las bodas de Caná, o sobre su imposible soltería.
Introducen con rigor datos sobre el origen del cristianismo y su simbología inicial, sus ritos y los intentos de desviar el inicial mensaje de Cristo, el Santo Grial y su llegada a las costas francesas y su relación con un éxodo anterior entre Palestina y Europa, la misión de los Templarios y dónde escondían sus incalculables riquezas, el Arrianismo, el Priorato de Sión con detallado análisis de sus movimientos desde que se fundó bajo los auspicios de la Orden del Temple hasta la actualidad. La mayoría de las sentencias sirven para engrandecer la figura de Jesucristo como ser humano. Lo que se cuestiona, se tambalea y se hunde es su divinidad, con la gran guinda que pesa sobre el misterio de la crucifixión y de la resurrección, cuyo desenlace prefiero que descubráis por vosotros mismos.
No puedo dejar pasar la ocasión que me brindan las veinte palabras que me faltan hasta completar la columna para aplaudir a ZP hasta que me duelan las manos. ¡Plas! Ya me duelen.