Vida de perros

El Golpe

Vamos, no me digáis que no conocéis la película El Golpe. Ésa con Robert Redford y un enorme Paul Newman. Me dais envidia quienes no la habéis visto, porque tenéis la oportunidad de disfrutarla, de descubrir uno de los gérmenes de sagas como Ocean Eleven. Guiones con personajes serpenteando entre el timo, el timo al timador, el timo al timo del timador, el timo al falso timo del timador que tima al que prepara un falso timo… Un nudo que en el cine conseguimos esclarecer gracias a nuestra mirada externa (porque aunque engañe la trama al final resolvemos).
Otra cosa es lo que sucede en la vida real (esa donde al estirar el brazo derecho alcanzo el ratón y al estirar el izquierdo encuentro la cerveza y el tabaco). Es tan distinta la vida real que ahora escribo una columna que sustituya la que escribí hace dos días…, cuando todo indicaba que cinco concejales del Ayuntamiento de Villena pasarían al grupo no adscrito... Y sin embargo esta mañana, mientras leía en El País la decisión de “los cinco”, la radio decía que esos mismos cinco habían presentado un escrito en el Registro retractándose del anterior y manifestando según un comunicado del PP absoluto sometimiento a la disciplina de partido y compromiso de aprobar todos los proyectos del programa electoral del PP. Pero no es esta parte la que más me ha llamado la atención, sino aquella donde dice: como consecuencia de las conversaciones que se han venido manteniendo a lo largo del día de ayer –día donde “los cinco” presentaron la solicitud para pasar al Grupo Mixto– […]el grupo Popular del Ayuntamiento vuelve a estar unido.

No engañaros, no fue perplejidad lo que sentí al escuchar, leer y releer la noticia. Lo que sentí fue más bien lo que se siente tras ver una película y encontrar la palabra “continuarᔠen la pantalla. Lo que se siente cuando en una tarde aburrida miras un partido de críquet y ves a uno de los equipos levantando los brazos victorioso. Confusión. Y seguidamente inquietud y recelo. Y así me encontré fantaseando con llamadas telefónicas procedentes de Valencia o de Génova, con inesperadas fórmulas de chantaje, con exigencias que rozan el límite (dignas de una situación que bordea el acantilado). Imaginé un puzzle infantil resuelto a base de golpes y tijeretazos cuyo dibujo final no mostraba Villena. Pensé que nos habían robado el tiempo. Sentí que tras haber sido despreciado durante nueve meses me pedían sin una disculpa ni una caricia que volviera a confiar en papá y mamá. Que olvidara los insultos y acusaciones que había oído entre ellos.

Pero sabéis qué os digo: que como mínimo quiero un regalo de niño resentido… por ejemplo que cambien la Plaza de Toros por una solución a las Vías…

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