El Hospital de la Media Horita
Por lo que percibo, no es el personal quien se demora, ni quienes entran a la consulta quienes se extienden…
Hablar de demoras en la Sanidad pública es un asunto delicado. Los sentidos de quienes allí trabajan pronto se ponen alerta y hasta los más suaves comentarios hieren sensibilidades. Pero no podemos evitar hablar del asunto pese a todo, por la parte que nos toca. Quizás todo sería más cómodo si pudiéramos focalizar, visualizar, dónde reside el problema, quiénes realmente trajeron aquellos polvos que ahora son estos lodos que ensucian nuestros zapatos.
Más por desgracia que por fortuna, en primera persona o como acompañante, durante el último año he aguardado pacientemente en aproximadamente treinta ocasiones mi turno en las salas de espera de nuestro hospital asignado: medicina interna, reumatología, traumatología, neurología, endocrinología… En cada ocasión he esperado pacientemente los treinta minutos de rigor, más en muchas ocasiones, hasta escuchar mi nombre o el de mi acompañante en la puerta de entrada de la consulta. No creo que se trate de algo excepcional dado el tamaño de la muestra.
Por lo que percibo, no es el personal quien se demora, ni quienes entran a la consulta quienes se extienden. Pero algo debe ocurrir cuando en diferentes estaciones del año, en diferentes horarios y en diferentes especialidades, la norma es de al menos treinta minutos de retraso en las citas. Que retrasen media hora cada cita, pienso en ocasiones abruptamente, sin demasiados cálculos ni grandes reflexiones.
Luego pienso en las medidas estatales de recortes sanitarios, aplicadas para sacarnos de esta crisis, no de aquella, de esta. Pienso en quienes optaron por rescatar autopistas y bancos (que ahora presentan miles de millones de euros de beneficios trimestrales sin que se les vea sacar la cartera del bolsillo para devolver lo prestado). Pienso en quienes prefirieron recortar puestos de trabajo en Educación y Sanidad antes que eliminar sueldos duplicados en cargos políticos o prescindir de coches oficiales o de dietas de alojamiento a cargos políticos que tuvieran residencia propia en la capital.
No me importa esperar media hora delante de la consulta médica si supone un modo de atajar la pobreza infantil, de ofrecer una vivienda digna a quienes viven sin techo, de garantizar los bienes básicos a toda la población, de asegurar la educación, de amparar a las personas dependientes… No me importa mi media hora entonces.
Pero hace falta más 15M en este país. Si el primero abrió muchos ojos, el segundo debe exigir cumplimiento de la dignidad que legitima la Constitución, debe acabar con los privilegios de una clase social hoy más rica que ayer y defender los de una clase social más pobre y con menos oportunidades.
El problema no es el Hospital de la Media Horita, sino el de una sociedad que no reclama. Una sociedad que debería estar cada lunes con el colectivo que reivindica las pensiones, con el colectivo que muestra repulsa y exige cumplimiento de la Ley tras cada horrible muerte por violencia de género, con el colectivo que lucha contra los desahucios de los que se nutre la banca…
Olé, olé y olé. El problema es que la gran mayoría de las personas miran para otro lado en tanto en cuanto creen que no les afecta directamente a ellos, hasta que llega el día en que son afectados directos y entonces, solo entonces, es cuando deciden actuar. Ese es el gran problema del PUEBLO, que no ve más allá de sus propios problemas y no se da cuenta que tiene que defender también las causas de los demás porque mañana puede ser él el afectado. Unámonos todos en una piña, y actuemos todos juntos exigiendo nuestros derechos y que no nos pisen, porque sino esto va a acabar muy mal.
Como ejemplo: en el integrado de Villena se disponía… si digo bien disponía un laboratorio de análisis de sangre, las 24 horas, pero la actual gerente del hospital, Villenera por cierto, se le ocurrió una brillante chapuza, y de paso ponerle un sueldo a tres taxistas y mandar las analíticas que surgen por la noche en urgencias, mandarlas con taxi a Elda, con la espera del trayecto de la sangre, en lugar de poner un técnico de laboratorio por la noche como estaba antes