Apaga y vámonos

El Jueves, la revista que se secuestra los viernes

Así no hay forma, señora. Uno, que se había tomado la molestia de preparar una trilogía columnística para poder descansar en paz, ve con asombro cómo en España, en julio del año 2007, la Fiscalía y un juez se han atrevido a secuestrar una publicación. A lo mejor es porque salió publicada el 18 de julio…
La decisión de secuestrar la edición (y también la página web) –pidiendo incluso los moldes de imprenta, algo que ya ni siquiera existe, para que se hagan una idea de lo bien informado que está el juez– ha sido una cagada mayúscula en un doble sentido: por un lado, porque se ha conseguido justo lo contrario de lo pretendido, es decir, a estas horas, cientos de medios en España y en todo el mundo están reproduciendo la viñeta de marras; y por otro lado, porque tal medida tiene difícil sustento en un Estado de Derecho: se ha prejuzgado el trabajo, o sea, se ha decidido que los lectores no tienen derecho a verlo sin realizar un juicio previo en el que los abogados de El Jueves (la revista que sale los miércoles) puedan defender a sus representados.

Aquí, lo suyo, sería demandar a la revista y al dibujante, y si posteriormente se les considera culpables, que lo paguen, con dinero, con cárcel o como estime la Justicia, pero nunca jamás antes, porque nos estaríamos retrotrayendo a otros tiempos (¡ay los 18 de julio!) en los que tristemente existía la censura previa y la libertad de expresión brillaba por su ausencia.

Además, si alguien va a salir aquí malparada es la institución de la Monarquía, una imposición de la Transición cuya justificación es infinitamente más complicada en 2007 que en 1977. Rápidamente la Casa Real se ha apresurado a comunicar que no ha tenido nada que ver con la decisión de la Fiscalía, consciente del daño que se le puede haber hecho a una institución que sólo puede sobrevivir portándose bien –“qué campechano es el Rey”, “qué atenta es la Reina”, “qué travieso es Froilán”– y dejando que se hagan todo tipo de chistes y comentarios a su alrededor, único consuelo que nos queda a quienes nos han impuesto un representante (y sus circunstancias, dictadores árabes incluidos y una familia que no deja de crecer y chupar de la teta de los Presupuestos Generales del Estado) y no tenemos la posibilidad de largarlo urnas mediante cuando su labor deja de convencernos o estimamos que otra persona puede hacerlo mejor.

En cualquier caso, ha pasado lo que ha pasado y ya veremos en qué termina esto, aunque me juego el presupuesto de mis vacaciones a que si alguien se baja los pantalones no va a ser precisamente El Jueves, que ya está rodado en esto de las amenazas de los poderosos, las querellas e incluso los secuestros, al menos los secuestros de 1977, cuando aún había mucha gente que no tenía claro eso de las libertades y el respeto a los Derechos Fundamentales.

Y es que, a mi juicio, El Jueves se merece un monumento casi tan grande como El País, del que hoy lamentamos la muerte de Jesús de Polanco. Ambas cabeceras –cada en su línea, con objetivos y medios distintos– representan como pocas el espíritu de la Transición, la llegada de aire fresco a España tras la dictadura y la apertura de nuestro país –una apertura no sólo política, sino sobre todo mental– a la modernidad de nuestros vecinos europeos y las democracias occidentales.

Servidor, aunque nunca se lo haya contado a ustedes, es de los que tiene El Jueves en un altar, para desgracia de mi madre, que desde hace unos 14 ó 16 años no ha hecho más que intentar tirarlos a la basura porque ya no sabía donde meter tanta revista. Y aunque prefiera otras épocas –nos las truncaron las traicioneras y prematuras muertes de Gin, Nieto, el gran Ivá y ese monumento al humor inteligente llamado Jaume Perich– a la actual, siempre he pensando que El Jueves es, paradójicamente, una de las publicaciones más serias de España, porque en un país tan lleno de meapilas como el nuestro, donde nadie se atreve a decir que el rey va desnudo ni a publicar una mala noticia relacionada con los verdaderos reyes –El Corte Inglés, Telefónica, BBVA o el Banco de Santander, etc.–, El Jueves ha sido el único que se ha atrevido con todo, ya fuera con los amos del cotarro, con las izquierdas hipócritas y corruptas, con las derechas con tics franquistas, con las monarquías impuestas o con la estulticia de ETA y sus satélites batasunos.

Por eso, hoy, El Jueves es más necesario que nunca.

¡Viva la crítica y viva el humor! ¡Larga vida a El Jueves!

¿20 de julio de 2007?
Escribimos esta nota el viernes, 20 de Julio de 2007, a las 19h. Tenemos la redacción llena de medios de comunicación que nos preguntan el por qué del secuestro de la revista. No sabemos qué responderles. El Jueves ha publicado decenas, cientos de dibujos sobre la familia real ( y sobre políticos, famosos, la ETA y todo lo que se mueve). Incluso hemos publicado un libro, Tocando los Borbones, un tomazo de 350 páginas que recopilaba los dibujos más divertidos.

Somos humoristas gráficos y trabajamos conscientes de que nuestra obligación, lo que nos piden los lectores, es que exploremos el límite de la libertad de expresión. Podemos aceptar que, incluso, en alguna ocasión, lo podamos traspasar. Gajes del oficio. Si nos pasamos para eso están los tribunales pero... ¿un secuestro? ¿La Policía recorriendo los quioscos de todo el país retirando nuestra revista? ¿De verdad escribimos esto el 20 de Julio del 2007?

(Publicado en www.eljueves.es antes de ser censurada la web)

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