Opinión

El ombligo es el espejo del alma

El ombligo es una marca de nacimiento que quedó en nuestra barriga después de que nos desconectaran de nuestra madre y que todos tenemos, seamos de la nacionalidad, raza, religión o género que seamos. Sólo quedaron excluidos en su día de esta peculiaridad Adán y Eva debido a su procedencia divina. Como casi todo lo estético en esta vida, cuando uno es pequeño es gracioso, cuando es joven puede ser hasta morboso y cuando uno es mayor se torna feo y arrugado y por lo tanto se esconde, aunque siguiendo esta progresión cuando somos niños no nos importa nuestro aspecto, cuando somos jóvenes nos importa demasiado y cuando somos mayores deberíamos pensar en otras cosas más importantes.
Por esta razón viene a mi cabeza la hipótesis de que nuestro ombligo fue un error que no se tuvo en cuenta en los prototipos que el creador usó, porque de haber sido así podían haberse utilizado orificios ya abiertos en el organismo, como la boca, para conectarnos con nuestra madre y así alimentarnos y oxigenarnos, claro está que cuando el creador se dio cuenta del fallo Adán y Eva ya estaban años vagando por el mundo y ya habían procreado. Es de suponer entonces que los primeros que tuvieron este fallo de fabricación fueron Abel y Caín; el creador intentó por todos los medios que los dos hermanos se mataran entre sí para erradicar el problema pero no le salió bien y el supuesto fallo pasó de generación en generación por el resto de los siglos. Después hay varias cosas que, si no confirman, por lo menos apoyan mi teoría: una es la pelusilla que queda depositada en el ombligo. La naturaleza es perfecta y no puede permitir que eso ocurra; si nuestra barriga fuera totalmente redonda no ocurriría esto ya que el agua eliminaría los residuos al lavarnos de manera natural, otra cosa es la simetría que le caracteriza, dicen que la mitad de uno no es cero coma cinco, es el ombligo, lo que me hace pensar que en el momento de decidir donde conectar el cordón umbilical el creador tiró por la calle de en medio y lo colocó justo en el centro.

Por último, y como prueba fehaciente de esta hipótesis, está la inutilidad del ombligo después de haber nacido, ya que simplemente tiene una función puramente estética y para lo único que se usa es para decorar, ya sea con un piercing o un tatuaje, y es que, aunque se ha perdido bastante, el ombligo ha sido considerado como una parte erótica del cuerpo aunque puede ser debido más a la condición de tabú que tenía en el pasado más que a su belleza formal. Ya hace tanto que se puso de moda enseñar el ombligo que ha perdido la gracia, pero aun así hay mucha gente, sobre todo mujeres, que deciden realizar una operación estética en su ombligo. Éste, que no deja de ser una cicatriz, se modifica al gusto del consumidor, en este caso el paciente, pero curiosamente nunca se elimina, ya que según parece si no lo tienes es antiestético.

Todos tenemos uno, y como las huellas dactilares, no hay ninguno igual, algunos lo tienen grande, otros pequeño, más o menos hundido para adentro, aunque eso suele depender de la barriga, unos lo tienen más oscuro, otros más claro, más redondo o más ovalado, los chinos creo que lo tienen rasgado, unos más bonito y otros más feo, pero todos tenemos uno y lo admitimos tal y como es. No tiene nada que ver nuestro ombligo con nuestra alma pero tampoco con la cara, no deja de ser un prejuicio. Tampoco creo que haya nadie que a la pregunta “¿qué es en lo primero que te fijas de una persona?” responda el ombligo. Por eso recomiendo que miremos nuestro ombligo únicamente para conocernos un poco más, sabiendo que de ombligo para dentro sólo estamos nosotros, y que aun siendo el centro de nuestro cuerpo no lo es del mundo entero.

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