El paroxismo de la burla
Cuando ocurrió vinieron rápidamente a decírmelo. En cuanto me vieron me lo dijeron. Yo ya lo sabía, de refilón, y había tomado la decisión de hacerme el tonto. La ecuación les pareció evidente: el Ilustre President recitando a Brecht al hilo de las acusaciones recibidas por corrupción.
Ya lo sabía. Sí. Ya lo sabía. Y me hice el tonto. Vencí tentaciones, como buscar en la red la noticia, la trascripción del comunicado o el vídeo con la jugada. ¡Camps ha citado a Brecht! Primero un alcalde, luego un
Vale. Lo sé. Algo he oído. Y he pasado de largo. Hasta hoy. Hoy, mira por donde, sin venir a cuento, me reto a entrar al trapo, así, sin documentarme sobre el suceso. Ya de paso, me digo, tampoco voy a perder el tiempo buscando el resto de ocasiones en que la derecha, popular, extrema o centrista, ha rescatado para su discurso alguna frase o fragmento de un o una literato marcado a fuego como simpatizante rojo (para no decir de izquierdas).
Ahora en la distancia pienso en la cita de Brecht en boca de Camps. Pero al pensar en Camps la imagen de los trajes me abofetea los pensamientos. Intento escapar del asunto de los trajes y me encuentro con las últimas declaraciones de Trillo. El cartagenero, en su defensa del líder valenciano, nos filtra que nunca ha pensado que Camps tuviera mucho gusto al vestir, por lo que deduce que el asunto del sastre más bien tiene que ver con el Bigotes. A éste lo conocí yo en la boda del Agag, el de los coches, no porque yo estuviera invitado, sino porque es la imagen que sacan en los medios. Con esa foto matan miles de pájaros de un tiro (será una bomba más bien) porque en la boda estaban todos los invitados de Aznar además del Bigotes, así que la foto da para infinitas especulaciones de esas de poner fotos unidas con flechitas. El caso es que parece que al Bigotes le gustaba hacerle regalos a Camps, y digo yo si no sería quizás por sugerencia de Trillo, o al haber oído a éste criticar el vestuario del valenciano (tal vez durante la boda, lugar muy dado a tales comidillas).
El caso es que Camps acudió hace poco a ver a la trouppe de Madrid para salir en una foto recibiendo apoyos. De la foto parece que además de llevarse los apoyos también le endilgaron al juez Garzón (debió ser la adorable Aguirre al dar cierre al asunto de la cacería de Bermejo). ¿Y dónde estaría Brecht en esta historia? Pues seguramente sentado en su escritorio imprimiendo coherencia a estos disparatados sucesos para regalarnos una nueva pieza teatral.