El peor impostor de la Historia
¿Le has escrito la carta a Papá Noel?, -preguntaba un papá. Pórtate bien que Papá Noel te está viendo y no te va a traer regalos esta noche, -amenazaba una mamá. ¡Vaya sandez! uchas mamás tratan de impresionar a sus hijos con la falsa llegada del peor impostor de la Historia. A sabiendas de que es inútil actuar contra la corriente de opinión popular, voy a tratar de argumentar mi parecer.
La tradición de los Reyes Magos tiene su origen en el punto cero de nuestra era, en el nacimiento de Jesús de Nazaret. La interpretación apócrifa del Evangelio, las intervenciones de San Francisco y San Agustín, el Belén y otras curiosidades, convirtieron a Melchor, a Gaspar y a Baltasar en los Reyes Magos que tantos regalos han traído a los niños españoles en conmemoración de la adoración al Niño Jesús. De un hecho histórico acaecido hace más de dos milenios ha llegado a nuestros días una tradición mágica que lleva el corazón de nuestros hijos al máximo nivel de latidos en la noche del 5 de enero. La Epifanía pone la guinda de la celebración de la Nochebuena y la Navidad, fiestas de paz pues rememoramos el nacimiento del Hijo de Dios. Que los no creyentes tachen, si lo prefieren, estas afirmaciones e interpreten todo lo relacionado con la vida de Cristo como consideren más adecuado, pues pretendo ser respetuoso con todas las creencias.
Hoy en día celebramos el nacimiento del más pobre entre los pobres gastando dinero como los más ricos de entre los ricos y abriendo los balcones a esa cuadrilla de farsantes gordinflones que trepan por las fachadas de las casas de nuestra Villena. La intención de estos padres y madres se centra en que los niños puedan disfrutar al máximo de sus regalos de Reyes, y los adelantan con la visita de Papá Noel en Nochebuena. ¡Vaya razón de peso! Mi hijo es un pequeñajo de cuatro años y medio que mira atónito a los diferentes y fachosos papánoeles que se va encontrado a cada paso, porque en Villena tenemos tanta suerte que disponemos unos cien papánoeles para nosotros solitos. Y ante su mirada perpleja le respondo sin miramientos que son de mentira, que sólo son personas normales que realizan ese trabajo dignamente para ganar un poco de dinero, pero que no regalan nada en realidad.
Es cierto que por Navidad se dan los aguinaldos, o que se hacen regalos, o amigos invisibles y cosas por el estilo, pero engañar a los críos con una historia sin sentido únicamente porque los americanos quisieron vender muchas coca-colas en Navidad y porque los comerciantes han elegido esta forma de incrementar sus ventas, me parece hipócrita. Tras este punto y seguido remarcaré mi deseo de que nuestras compras las hagamos en comercios de Villena y que gastemos todo cuanto tengamos en los bolsillos en regalos de Navidad. Lo digo sinceramente. Cuando lleguen los Reyes Magos observemos las caras de nuestros hijos al colocarse frente a ellos, leamos sus cartas, disfrutemos cuando se sientan sobre sus rodillas y regresan con un puñado de caramelos, participemos cuando se levantan bien temprano y se ponen a abrir sus regalos emocionados. Me honro de tener buena amistad con los Reyes Magos, y cuando terminan su trabajo en Villena me cuentan como los niños les piden salud para su abuelita, o que les ayuden a ser mejores, o como les prometen ayudar a sus papás y estudiar un poco más. Reflexionemos cinco minutos, ponderemos la abismal diferencia, y cuando Papá Noel llame a nuestra puerta, propinémosle una metafórica pero tremenda patada en el culo.