De recuerdos y lunas

El pez

"Saltos jabonados de delfín" dibuja con palabras de poesía Federico García Lorca para referirse a lo ágil y escurridizo de Antonio Torres Heredia –"Camborio de dura crin", "digno de una Emperatriz", "moreno de verde luna" y "voz de clavel varonil"– en la lucha a muerte contra sus cuatro primos Heredia, de los Heredia de Benamejí. El delfín, como pez aunque no es pez, se escapa en filigranas ligeras. Jabonadas. Así el Camborio hasta la muerte. Así el poder a veces hasta perderse.

Como pez que no es pez el poder se nos va. Como pez. Como jabón. Que también es pez en las greguerías de Gómez de la Serna: "El jabón es el pez más difícil de pescar en el agua".

Y ahora me dicen algunos paisanos, algunos me lo dicen como si lo hubieran estado diciendo desde el primer día, que el pez que había pescado Celia Lledó era muy grande para Celia Lledó. Que era un pez demasiado grande para tan pequeñas manos. Manos –me dicen– escasamente curtidas en el arte del sedal de la política donde parece que siempre es provechosa la pesca cuando el río cursa revuelto su curso. Pero yo creo que el pez da lo mismo que sea grande que pequeño. Que la posibilidad de retenerlo no depende de su volumen, porque el pez –grande o chico– es ser siempre huidizo. Y muy libre. Ya lo afirmó, como envidiando serlo, Ruskin: "Ningún ser humano, por grande y poderoso que fuera, será tan libre como un pez."

Contra su ser libre no resulta conveniente apretar con fuerza, porque cuanto más se le aprieta más se escapa o muere. No es cuestión de fuerza; es cuestión de conocer su naturaleza. Y al pez, si se quiere disfrutar de su ser, lo mejor es no pescarlo. Porque si se le saca de su medio muere. Y siguiendo con el pez también me señalan algunos paisanos que: –¡Y mira que la holgura con la que lo pescó fue notable e histórica!— esto me dicen enfatizando el acento esdrújulo en "histórica". Pero yo sé que hubo alguna vez similares o mayores holguras electorales. Es verdad que en las últimas municipales el voto fue rotundo. Como el éxito de una candidatura –por encima del cincuenta por ciento– como el fracaso de la otra. Veinte puntos de diferencia, casi veintiuno. Pero remontándonos a las locales de 1991, veríamos mayor margen entre el primer partido y el segundo. Que fue cuando el PSOE de Salvador Mullor marcó casi veintidós puntos de distancia a aquella Agrupación Independiente de Villena. Y recordar que aquel año la diferencia del PSOE con el PP fue de casi veintiséis puntos. Además, también en 1983 el PSOE consiguió casi el cincuenta y uno por ciento de los votos. Se registra esto porque los que en 2007 echaron mano de lo superlativo para describir como "palizón histórico" el triunfo del PP en Villena –¡qué mal que llevo que se contemple la política como reyerta!– lo histórico también era lo otro. Por cierto, después de tan abundante resultado en 1991 para el PSOE, el PSOE perdió las siguientes elecciones municipales. Realidad que habla de una Villena nada clientelar. ¡Bendita sea!

El problema, decíamos, no está en el tamaño del poder sino en su naturaleza. Así, lo que importa es comprender que se trata, más que de fuerza, de habilidad y talento para domeñarlo sin pretensiones de hacerlo vasallo. Así yo veo al poder como pez. Que cuando lo acometemos sólo con fuerza se nos escapa libre o se nos muere. Nunca se deja. Como jabón en el agua. También pez.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba