El potencial del barrio del Rabal
Leí con detenimiento la entrevista de Carlos Prats a Pepe Cabanes, el presidente de la Asociación de Vecinos del Rabal, en este periódico. También lo hice con las otras dos, las realizadas al alcalde Patxi Esquembre y al concejal de Hacienda David Molina, básicamente sobre los presupuestos municipales. Respecto a los presupuestos ya dedicaré un espacio en otra ocasión, pero quiero centrar este artículo en las declaraciones del señor Cabanes porque me parecen muy interesantes en referencia a ese casco histórico que a muchos se les cae la baba en cuanto a las panorámicas fotográficas pero lo maldicen en la vida real, pues aún perduran los prejuicios sobre esta zona y no nos sacudimos la idea del ghetto, de barrio poco menos que intransitable.
Es verdad que tradicionalmente el Rabal ha tenido y sigue conservando esa mala fama de marginal por ser un punto de venta en el mercado de la droga y por acudir allí gentes de muy mala pinta para proveerse de sus dosis. Ni qué decir tiene que las sucesivas ediciones de la Feria del Medievo están revitalizando, un año tras otro, las excelencias de este barrio, que sin duda tiene, en su conjunto social, más cualidades que defectos, por más que éstos se magnifican tanto que acaban por monopolizar el predominio de las notas de prensa. No puedo dejar pasar la oportunidad de felicitar públicamente a Pepe Cabanes y a su antecesor, Ángel Giner, por ser las cabezas visibles de un trabajo y un esfuerzo ejemplar para reivindicar a sus gentes y a sus calles, felicitaciones extensivas a todos sus colaboradores y vecinos por implicarse tanto en un proyecto hermoso, loable y ya consolidado. Tampoco quiero olvidar a Juan López, su primer presidente, que sin los medios de ahora y con muchísimos menos recursos mantuvo viva en años difíciles la llama del asociacionismo, teniendo mucho mérito en aquellos tiempos.
Contaba Pepe Cabanes que el barrio debe crecer hacia arriba, por más que haya asesores que recomienden que se revitalice en dirección a la Puerta de Almansa o hacia las zonas comerciales de la Corredera. Si uno de los logros de la Feria Medieval está siendo ampliar calles y sectores en cada nueva edición, reanimar el barrio significa eso, impulsar un nuevo tejido social y económico más allá de las calles convencionales, ir recuperando terreno hacia las partes más marginales con el propósito de normalizar espacios, espacios ocupados ahora por el temor o la amenaza. Sólo expandiéndose hacia esos aledaños malditos podría mitigarse un poco ese sambenito injusto de barrio separado o secundario.
Para ello es necesaria la implicación de las Administraciones, empezando por el propio ayuntamiento. Es inconcebible que nuestro consistorio tenga censadas más de cien casas en ese distrito y que sea el primero en no cumplir con las leyes vigentes en cuanto a salubridad, higiene e inmuebles ruinosos con peligro de derrumbamiento. Si fueran propiedades privadas sí actuaría el ayuntamiento exigiendo responsabilidades a los propietarios, pero como el dueño es quien es no pasa absolutamente nada.
Es necesario, para la revitalización del barrio, crear varios tipos de negocios y normalizar la vida en esas calles viejas llenas de historia. Para ello es conveniente facilitar a los emprendedores ventajas fiscales y garantías en cuanto a seguridad, pero todo pasa porque se integren nuevos vecinos, nuevas familias, nuevas parejas. Y demanda hay, pero como decía Cabanes los trámites administrativos y burocráticos son lentos y lejos de agilizarse las diligencias se alargan tanto que el personal acaba por abandonar la idea.
Hay personas que no pueden pedir créditos hipotecarios a los bancos para una vivienda, entre otras razones porque hoy eso es casi imposible en medio de la crisis. Por eso el ayuntamiento debería primero acondicionar sus propiedades del lugar, arreglar las casas que tiene censadas, que muchas veces son solares tapiados con paredes derruidas; después permutarlas, arrendarlas o alquilarlas a costes razonables, aunque sólo sea el solar. Sé que existen ayudas para rehabilitación de viviendas a través del Plan de Dinamización Turística, pero me refiero solamente al potencial de los recursos municipales, sin olvidar el delicado tema de que muchas casas no están escrituradas.
A cambio del desembolso que supondría al ayuntamiento esta operación, su compensación sería enorme: facilitaría el asentamiento de numerosos y nuevos vecinos, personas de bien, y se normalizaría absolutamente ese barrio que tiene esa deuda pendiente, la de recuperar un barrio para la ciudad, para los turistas, para los visitantes.
Me consta que IU propondrá algo al respecto en su futuro programa electoral y sospecho que sería una prioridad absoluta. Es más, con un buen proyecto bien podrían solicitarse fondos a la UE en este sentido: financiación para poner en condiciones unos bienes, hoy tapiados e inservibles, para convertirlos en futuros hogares. ¿Que es una utopía? Ahora sí. Pero habrá que apostar por la recuperación de la decencia y la dignidad. Al fin y al cabo los organizadores de la Feria Medieval también verían como una utopía sus proyectos, y hoy son la envidia de muchas poblaciones y con éxitos garantizados.
Y para hacer realidad los sueños pongo como ejemplo a Francisco Sánchez, conocido como Quico. Miembro de Amnistía Internacional de Villena, dirigente sindical de la Cooperativa Agrícola, coordinador local de IU, se propuso, hace doce años, instalar el gas ciudad en el barrio de San Francisco, pues entonces trabajaba para una empresa de CEGAS, S.A. Nadie apostaba por la idea porque el citado barrio era marginal, conflictivo y económicamente ruinoso. Quico defendió el proyecto ante ingenieros, encargados y jefes, argumentó que podría ser rentable si hay convicción, que había que quitarle la cola de la boca a la pescadilla y dignificar un barrio deprimido. Y contra viento y marea el gas ciudad se instaló allí, y hasta 150 acometidas se dispusieron, cuando nadie daba un duro por nada.
Estos son los gestos necesarios: valentía, objetivos y lucha. Sin estos gestos nada se avanza y nada se consigue.