El preso que tuvo que ser reducido en Villena raja el cuello a un funcionario de Cuenca
Salió en libertad vigilada hace diez días e intentó violar a una joven; volvió a prisión el domingo
Un preso marroquí de 24 años atacó anoche a un jefe de servicio de la cárcel de Cuenca con un cristal con el que le provocó un corte en el cuello. El funcionario tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital. Según fuentes penitenciarias, su vida no corre peligro, aunque se está a la espera de su evolución.
Es una agresión gravísima y se trata de la tercera en dos meses que protagoniza el mismo interno en tres prisiones diferentes. La primera, ocurrida en agosto en Villena, motivó la apertura de una investigación interna contra tres funcionarios por la reducción del preso considerado por los trabajadores de Prisiones como «muy peligroso». El individuo fue encarcelado este domingo en Cuenca tras intentar violar a una joven en Tarancón. Llevaba solo tres días en libertad vigilada y se había arrancado la pulsera de control telemático que portaba.
El marroquí salió de la cárcel el pasado día 17 tras cumplir condena, pero con una pulsera, dado que tiene una orden de alejamiento de la mujer a la que agredió sexualmente en 2016. Tres días después otra mujer denunció que un individuo la había intentado violar cuando iba a su casa en Tarancón (Cuenca). La joven, de 22 años, logró escapar, aunque sufrió tocamientos.
Horas después, la Guardia Civil localizó al sospechoso mientras caminaba por la A-3 a la altura de Villarrubio. Cuando fueron a identificarlo, comenzó a correr, saltó una mediana e intentó fugarse. Durante la detención se resistió y agredió a uno de los agentes.
Al consultar sus antecedentes, comprobaron que el individuo, marroquí de 24 años, había salido de la cárcel de Estremera el 17 de octubre, después de pasar cinco años en prisión por otra agresión sexual cometida en Elche (Alicante), en 2016, entre otros antecedentes. Por el delito sexual fue condenado a tres años y nueve meses de cárcel. Había cumplido la pena, pero tenía que llevar una pulsera, como se ha dicho, para controlar la orden de alejamiento de la víctima, en vigor hasta el año próximo.
Instituciones Penitenciarias alertó de que había perdido el contacto con el dispositivo horas antes de cometer supuestamente la segunda agresión y que la pulsera posicionaba en Tarancón.
El interno acumula un largo historial de incidentes en la cárcel, derivados de su patología, según fuentes penitenciarias. Estaba adscrito al programa Paiem para tratar enfermedades mentales en las prisiones. El más grave de esa ristra interminable de altercados ocurrió el pasado 16 de agosto cuando tres funcionarios de Villena, el centro donde cumplía condena, denunciaron una salvaje agresión con una escoba y a golpes por parte de un preso peligroso. Presentaron parte de lesiones, pidieron la baja y se abrieron sendas investigaciones: una interna y otra judicial (los denunciantes son los funcionarios).