Vida de perros

El silencio esconde otros planes

Resulta de una más, otra, conversación en la barra de un bar. Resulta de la deglución de la conversación at momento (también durante el frío transcurso hasta casa y, of course luego, de la regurgitación at home). Resulta que las sensaciones que recibo durante esta inmersión en nuestro particular crack del 29 no son en definitiva nada alentadoras.
Sensaciones tan poco esperanzadoras como las que podemos leer en esas valientes líneas que sin dedo acusador ni ánimo de desprestigio o enaltecimiento ideológico, aparecen esporádicamente en los periódicos y que dicen que poco o nada ha cambiado en el pensamiento o la práctica de los y las liberales (“liberales”, ¡hay que fastidiarse con la acuñación! –como si nuestra lengua no diera para más–).

Resulta que todo sigue igual y que casi todos y todas volverían a hacer lo mismo. Volverían (volverán) a especular, arriesgar sin considerar su responsabilidad con el resto –instrumentos para sus fines (personal contratado, empresas subcontratadas, empresas proveedoras, …)–. Fines que no son más que la acumulación de bienes. Y mediante métodos amparados en la Ley o en los escondrijos, callejones, que permite. Lo que diferencia a quienes volverían a cometer los mismos errores (y volverán a hacerlo) del resto, es que tal segmento amparado por el Homo homini Lupus padece una absoluta ausencia de culpabilidad cebada en su desprecio por las costumbres, el modus vivendi, de la clase trabajadora a la que como un diablo cualquiera supo comprar el alma. No. El pensamiento liberal no ha cambiado en absoluto tras el presente traspiés.

Tampoco, grosso modo, lo ha sufrido más que en números que en su caso apenas tienen que ver con el dinero contante y sonante, con esta economía de bolsillo que aplicamos el resto. Nada que ver al menos con su “estado de bienestar”. Y mientras tanto el rebaño tampoco parece que seamos capaces de encontrar alternativas (en mi caso quizás ha provocado un mayor interés por conocer las ideas y propuestas de “la izquierda”).

En cualquier caso parece que los indicadores apuntan hacia una tendencia liberal que sin sufrimiento por el bache actual planifica retomar sus costumbres. Por otro lado existe un mundo al que parte del nuestro sitúa entre el terrorismo, el comunismo y el radicalismo. Un mundo al que parte del nuestro engloba en un mismo saco Irán con Venezuela, Bolivia con China, Cuba con Somalia. Y en tal perspectiva no es de extrañar si alguna de estas naciones, como viene ocurriendo, ridiculiza a las lenguas que les lamen el culo a cambio de un buen precio por el gas; o desafía a quienes la acusan de construir lo mismo que tienen ellas. En contrapartida, como vergüenza, la clase trabajadora continuamos con cómoda indignación en el camino que nos abren quienes nos han llevado a la ruina. Camino del matadero, infelices e impotentes, al grito de “es lo que hay”.

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