Vida de perros

El Tío Abuelo del 15M

Hace apenas unos días conocí al tío abuelo de una de mis primas. El hombre, señor, anciano, se mostraba atraído por el movimiento 15M. Visiblemente afectado tanto por los acontecimientos de los últimos meses, como por la marabunta informativa que había recibido al respecto, parecía esperanzado en encontrar a algunas personas que pudieran aportarle en primera persona algunos datos referidos al panorama de actualidad. Todos y cada uno de los setenta y tres años que acumulaba mediante manchas y arrugas en su piel demandaban, como si no hubiera otra posibilidad de abastecimiento, las respuestas a una extensa batería de preguntas.
El tío abuelo de mi prima, más cristiano y practicante que católico, más conservador que liberal, más racional que ultra, había estado digiriendo durante estos últimos meses todo aquello que llegaba a sus manos referido al 15M. Junto a la carretilla de pastillas diarias había tragado las tertulias de radios y televisiones; las columnas de opinión de los periódicos. Y aún así, leyendo lo leído, escuchado lo dicho y visto lo visto, encontrarse con nosotros le pareció agua de mayo. Como si algo de todo lo absorbido le rondara todavía en las tripas. Como si algo de lo poco entresacado bastara para desmentir el conjunto.

¿Por qué no habláis en contra del Estado, por qué no habláis en contra de la Iglesia, por qué no habláis en contra de la Derecha, de la Izquierda, de la Justicia, de la Patronal, de los Sindicatos, de la Policía? ¿Por qué no os levantáis como un partido, por qué no pedís dimisiones, encarcelamientos, por qué no arremetéis contra el sistema, como una revolución? ¿Por qué nos hacéis esto? Esto. Pensar. Pensar que hay cosas que están mal. Cosas que no nos benefician. Cosas que podemos cambiar. Sin devastar un país. Como el niño o la niña que apoya la barbilla sobre la pierna de papá o mamá y levanta sus grandes ojos y dice: ¿por qué no me haces caso? ¿por qué no me haces caso? Sé que hay un mundo ahí fuera, sé que tienes muchas preocupaciones, sé que hay mucha gente ahí afuera que te presiona, que consigue que te olvides de mí. Pero necesito que me quieras.

No creo que a nadie le ofenda el movimiento 15M, no creo que a nadie le importe si lo conforman dos, tres o doscientos grupos distintos. No creo que se pida nada descabellado, nada que escape a la lógica, a lo establecido. Creo que el 15M representa la indignación, sí, pero también la reivindicación del honor, del Derecho; pero también el compromiso, la reivindicación de los Deberes. Es hora de que cada persona sea responsable de sí misma y de la parte de responsabilidad que ha asumido con el resto: responsabilidad, solidaridad, respeto, tolerancia, apoyo, ayuda... Toda persona. Toda persona. Y “toda persona” no excluye a ninguna.

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