Vida de perros

El traspaso del bastón

El pasado sábado poco después del mediodía se produjo en Villena el traspaso del bastón de mando. Una ceremonia que escenifica el traspaso de poderes de un Equipo de Gobierno a otro. Un icono, el bastón, que bien podría ser una batuta, una corona o una cartera (y no piensen mal, que me refiero a las ministeriales). Y así, con esa pequeña escenificación que la mayoría vimos gracias a Televisión Intercomarcal –no Intereconomía como tristemente confunden algunos/as– en Villena se completó el camino que lleva desde la incorporación del primer concejal Verde (hace veinticinco años) en un Ayuntamiento español, hasta la proclamación del primer alcalde Verde en un municipio con más de treinta mil habitantes (con permiso del pacto in extremis de Orihuela). Villena.
Toda una hazaña épica, visto desde un punto de vista literario. El Héroe clásico: que surge de la nada, que lucha por sus ideales, que es menospreciado, rechazado, amenazado, pero que sigue adelante. El Héroe, que no tiene apoyos, no cuenta con hermanos mayores, no es comprendido, pero sigue adelante. Y pasan los días, y crece, y se equivoca, y crece, y vuelve a verse tumbado de espaldas sobre la arena, y crece, y alcanza algún asidero para continuar creciendo. El héroe debe verse tentado por sirenas, debe verse forzado a extrañas uniones para conseguir su propósito, verse engañado, debe caer, levantarse, caer. Sobre todo volver a levantarse, asumiendo sus debilidades, sus errores, el tiempo perdido. Levantarse y continuar caminando hacia Ítaca.

Es una torpeza no reconocer el esfuerzo. No reconocer que hay un motivo que lleva a alguien a hacer algo. Reconocer que sólo si hay un motivo se puede comprender el esfuerzo. Que nada importante ocurre porque sí. Y ahí estuvo bien la señora Celia Lledó en sus declaraciones del sábado tras entregar el bastón. Detalle el reivindicar el sobreesfuerzo realizado por su reducido Equipo de Gobierno durante los dos últimos años. Y detalle el racanear los matices sobre su salida de Alcaldía, regalando ese tiempo a reivindicar la necesidad de voluntad, trabajo y sacrificio (espíritu de servicio público) para buscar el objetivo de mantener viva una ciudad. Una ciudad, que como todo ser vivo tiene pasado, presente y futuro.

Y ya sé que quizás es lo que le tocaba decir, que sus palabras sobre la valía, la sinceridad, las buenas intenciones y la capacidad del nuevo Equipo de Gobierno podrían sonar a huecas, a protocolo, a despedida flemática y condescendiente. Pero no me lo parecieron. Como si quisiera aferrarme a aquel discurso donde entendía que quedábamos en buenas manos, que ya sin máscaras, sin juego político, se debe valorar el potencial del adversario. Bien por Celia, pese a que algunos de sus acérrimos seguidores tuvieran que ser desalojados del salón de Investidura.

Ten siempre a Ítaca en la memoria. / Llegar allí es tu meta (Kavafis).

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