Vida de perros

El triángulo de La Encina

Lo peor cuando ocurre algo como lo de La Encina no es el hecho en sí mismo, sino la sospecha de que todo puede tomar el mismo camino. Sospecha de que si has sido olvidado, descuidado, por quienes velan por ti, no lo has sido ni lo serás únicamente en la decisión del trazado de una vía. Lo peor cuando ocurre algo como lo de La Encina son las sensaciones, el arrebato que hace decir que es mejor no pensarlo. Lo peor es pensar que mañana será otro día y que quedan muchos días por delante y que esos días de ese futuro cercano serán para la población de La Encina más difíciles.
Para muchas queridas personas de Villena, aquello de La Encina queda allá, a varios minutos de coche de “la capital”. Allá, cerca de Caudete, donde la cárcel. Y sí, allá está La Encina, asentada en los Alhorines, en el Al-Hori, que es la denominación que los árabes daban a las tierras ricas en pastos y cereales. Es por eso que los árabes se asentaron allí, en las Casas de Abalat, por considerarlo un importante enclave de comunicación. Tampoco los romanos pasaron por alto esas tierras, motivo por el que encontramos allí los restos de una villa romana denominada Ad Aras. Y vengo a contarles esto para dejar caer así, como si nada, la historia y la importancia de esas tierras, esas que pronto quedarán acotadas con el paso de unas vías como las que hace más de un siglo las llevaron a su esplendor.

Sería en 1858 con la llegada del ferrocarril cuando la villa sufrió una transformación total. De aquellas 46 casas habitadas en el año 1898, la población llegó hasta los 1.206 habitantes censados en el 1960. En el transcurso de aquellos años fue cuando un grupo de vecinos se reunieron en el Café Miguel Piqueras para constituir La Encina como ayuntamiento independiente en 1931. Pero aunque renovada y crecida gracias a su estación ferroviaria, la localidad lejos de convertirse en una especie de ciudad dormitorio desarrolló una vida social inquieta y creativa. En su historia nos encontramos desde la carrera ciclista Circuito de La Encina, el Club Deportivo Encinense, al grupo musical Los Chonis organizado por los jóvenes del Ferro-Club, el Ateneo Popular o la Sociedad Dramática Ferroviaria Talia. Como anécdotas quedan también las películas que el profesor Plana rodó con su cámara de Súper8 y sus alumnas y alumnos de la escuela de Renfe. Años después llegaría el descenso: si hasta 1978 todos los trenes contemplaban una parada en La Encina, ya en 1991 las paradas se redujeron hasta el 18%. En fin, espero que este fugaz viaje en el tiempo les anime a sentir esas tierras de allá como un espacio que tener en cuenta.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba