El Túnel
Hay espacios que no pueden ser otra cosa sino lo que siempre fueron. Así El Túnel, lugar entrañable de gentes. No puedo hablar de El Túnel antes de El Túnel. Algún rumor me llega y es imagen de un bar popular cuando, siendo niño, por enfrente pasaba camino de no sé adónde. Pero sí que puedo hablar de El Túnel cuando se reconvirtió en espacio de juventudes estrenadas y juventudes maduras. En aquellos tiempos del nuevo Túnel, como si fuera imposible una reconversión radical del espacio, aún hubo habas, agrios, cacahuetes, trozos de pizza... Tenía entonces otros aires llenos de azulejos y continuados poyos. Y un patio abierto a las humedades frías de Villena. De este Túnel sí puedo hablar un poco. Como puedo hablar del de ahora remozado en vanguardia.
En El Túnel aterrizó toda la bohemia: El Chispes, que siempre ha conciliado pinceles, el Sarri, Richar... Pablo Lau provocador y comprometedor. En una ocasión alguien lo comparó con un "conjunto vacío", esto es, aquel que la Matemática define como conjunto que no contiene elementos. Pero Pablo siempre ha contenido mucho. A lo mejor desordenado, pero yo siempre he visto en él muchas cosas: un buen pintor, un amigo, un agudo y ágil escritor.
En El Túnel a mí me gustaba intimar más con la bohemia literaria que por unos años estuvo muy nutrida. Sobre todo cuando Aljibe, desde cuyo brocal sacamos, unos con más fortuna que otros, versos a pozales. Aljibe fue fábrica de Jerónimo Lucas y de Pedro Villar. Jerónimo, al que apreciamos mucho, fue torrente público para luego, casi sin despedirse, dejar de fluir. Yo me acuerdo muchas veces de él porque con él compartí muchas ilusiones literarias que yo tenía. Jerónimo, magnífico lector, siempre nos ha sido amable.
Entre los poetas que quisimos ser entonces, yo me quedo con Amalio Gran a quien debo estudio comprometido que tendrá que ser más pronto que tarde. Hay tareas que no son industria y cuesta acomodarlas porque son turbina de emociones.
Seguro que esta memoria mía en torno a El Túnel se deja muchas carnes que fueron, pero ya se sabe lo caprichoso que es recordar. Cosas que para uno parecen imborrables para otros ni siquiera existieron. Pero yo no quería hablar de gentes, quería hablar de espacios, concretamente del sitio Túnel, pero hablando del sitio Túnel es imposible no hablar de gentes. Si no, no sería El Túnel que siempre ha sido. Cuando el cartel para el veinticinco aniversario fue genial recurrir al collage de fotos de gente de El Túnel. Porque lo exquisito del local siempre ha sido su gente. Un universo de gente interesante. Y aquí tiene que ver mucho la profesión de Aurelio Céspedes alias Yeyyo, siempre abierto en carnes, entregándose sincero a cualquier precipicio; y Luis Pérez, heredero y señor de barras y de buen hacer camarero. Como también Chimo Herrero que se nos fue a los campos apeteciéndole, más que los asfaltos, los espartos y los romeros. Quise espacios y aparece otra vez gente, porque ahora me viene Dióscoro Torres poniendo música de todas las almas sabias del country y del rock-and-roll, de la New Age y de todo lo que pueda sorprendernos. O cuando el Pana, que siempre me dice primo. Y bien ata la sangre que, sin ser común, compartimos por mucha amistad de los nuestros. En fin, que se me gastan las palabras y no digo más que gente y gente y alguien tendrá que venir para decir que El Túnel ha dado y da mucho a la cultura viva en Villena. Por activa y por pasiva, viva.